Cómo hacerse mayor sin dejar de sentirse joven

Ser positivo, mantenerse activo, comer y dormir bien son algunas de las claves para un envejecimiento saludable

Se puede decir que el siglo XX ha sido el siglo del retraso del envejecimiento en nuestro país. No sólo hay y habrá aún más mayores que nunca sino que además viven más años y mejor. Hay que desterrar la idea de que las personas mayores son tristes, enfermas y discapacitadas. Mire a su alrededor y se encontrará con una generación de jubilados que, en su mayoría, gozan de buena salud. Son ciudadanos activos y entusiastas a los que aún les quedan muchas cosas por vivir y han de hacerlo en las mejores condiciones posibles, sin atisbo de enfermedad, ni deterioro físico y mental y con una independencia y calidad de vida envidiables. No es imposible. El secreto de la 'eterna juventud' está en gran parte al alcance de su mano, sólo se ha de concienciar de ello, no dejarse ganar por la pereza y la desgana y luchar por mantenerse joven.

Positividad

Las emociones afectan no sólo a nuestro estado de ánimo sino también a cómo nos sentimos físicamente. Todo va mucho mejor en nuestra vida cuando no nos dejamos atrapar por lo negativo, no descuidamos lo que nos hace ser más felices y manifestamos con libertad nuestros sentimientos y emociones.

Siempre activo
Para el doctor Ignacio Ferrando, director de programas médicos de Sanitas, "las nuevas aficiones que elegimos en la edad madura pueden hacer que el tiempo libre se convierta en tiempo bien aprovechado; planear ese viaje que siempre se ha querido hacer o incluso incorporarse al tren de las nuevas tendencias regalándose un tratamiento de belleza o aumentando las relaciones sociales también son buenas opciones".

La importancia de la alimentación
Si una persona mayor no se alimenta adecuadamente, se irá sintiendo más frágil cada día y estará más cerca de la incapacidad.

El pescado azul, como la caballa, el atún, el arenque, las anchoas o las sardinas, puede ser un buen aliado. También se deben incluir en la dieta los productos lácteos desnatados y la fibra. Y si renunciar a las patatas fritas o a otros productos como la nata y las galletas resulta demasiado duro, una opción es elegir las variedades con baja cantidad de calorías. La fruta y la verdura son siempre fundamentales y se aconseja tomar cinco porciones al día. Al mismo tiempo, es aconsejable reducir el consumo de grasas, sustituyendo los alimentos fritos por otros cocinados a la plancha o a la parrilla.

Si se empieza a engordar a pesar de mantener la misma dieta de siempre o incluso comiendo más sano, hay que buscar la causa en los cambios de rutina. Así, por ejemplo, son muchos los casos en los que el peso aumenta tras la jubilación, pues al disminuir los niveles de actividad, el cuerpo quema menos grasa y consume menos calorías. Por eso es bueno seguir los consejos dietéticos anteriores combinándolos con algo de ejercicio físico.

Ejercicio físico y mental
En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Nottingham (Reino Unido) se ha podido observar que las personas de 60 años que siempre han hecho ejercicio pueden retener aproximadamente el 80% de la fuerza física y resistencia que tenían a la edad de 25. El cuerpo va cambiando y los cartílagos pueden empezar a hacerse más finos a los 60 por lo que, en cualquier caso, llegados a esta edad lo mejor son las actividades de poco impacto. Acciones tan simples como caminar pequeñas distancias, subir las escaleras en lugar de coger al ascensor, nadar o tomar clases de baile de salón, yoga o tai-chi son más que suficiente. No obstante, antes de ponerse en forma ha de contar sus planes a su médico y descartar así cualquier riesgo.

La persona mayor que hace del ejercicio físico una rutina tiene menos probabilidades de caerse y fracturarse la cadera, de sufrir una osteoporosis, una enfermedad cardiovascular o cualquiera de los factores que pueden impulsarla y está más preparada para prevenir y tratar la atrofia por desuso que la edad, el sedentarismo y ciertas enfermedades pueden acarrear.

No hay que olvidar la actividad mental; es tan importante como la física. Resolver un crucigrama todos los días, hacer sudokus, jugar a las cartas o cualquier cosa que obligue a ejercitar nuestro cerebro será beneficioso no sólo para el estado de ánimo sino para la salud a largo plazo.

Relaciones sexuales
Envejecer no es sinónimo de pérdida de deseo sexual y sentir placer no está reñido con la edad. Las relaciones sexuales son menos frecuentes, pero los deseos, los sueños y las fantasías se mantienen intactos. Una cosa sí es cierta, con el paso del tiempo el funcionamiento de los órganos sexuales cambia, algo que hay que asumir para poder vivir plenamente la sexualidad, pues de ello depende en parte la salud y la felicidad de cada cual. El hombre en la vejez tiene que asumir que sus erecciones son más lentas y que necesita más tiempo para tener otra, que ya no se excita a la velocidad de antes y que la sensación de eyaculación es diferente. El paso de los años trae a la mujer la sequedad vaginal, una excitación más lenta y una elasticidad de la vagina diferente.

Ir al médico nunca está de más
Esto no significa que haya que hacerse siempre un chequeo formal, sino más bien revisiones periódicas que incluyan exploraciones básicas. Las mujeres deben seguir acudiendo a las revisiones ginecológicas, mientras que los hombres deben estar atentos a posibles problemas con la próstata.

Los consejos básicos son tomarse la presión arterial periódicamente, vigilar los lunares y acudir también al dentista con frecuencia, ya que con la edad aumenta el riesgo de que aparezca gingivitis. Nunca hay que olvidar la vista, que debe revisarse todos los años.

Por último no hay que desaprovechar las armas que la medicina pone a nuestra disposición para hacer frente a la gripe, el neumococo y el tétanos. Todas las personas mayores de 65 años se han de poner anualmente la vacuna antigripal. Respecto al neumococo, especialmente duro con la 'tercera edad', la recomendación es que se vacunen todas las personas mayores de 65 años. Y aunque no es muy normal que el tétanos se dé en países desarrollados lo cierto es que cuando lo hace es sumamente peligroso y más en las personas mayores. Hable con su médico o farmacéutico, quienes le explicarán en qué consisten estas vacunas y le resolverán cualquier duda que sobre éste u otras temas le pueda surgir.

FUENTE: Juan Carlos Montero Torrejón y Joaquín Herrera Carranza "Decálogo para un envejecimiento activo y saludable" (Aula de la Farmacia).