El envejecimiento de la piel

La piel es el órgano de mayor tamaño del organismo. No es una simple capa protectora, tiene importantes funciones en el mantenimiento de la salud. De hecho, nos protege de los agentes externos, como sustancias químicas, microorganismos, calor, sol...; permite recibir información del exterior, estímulos de dolor, frío, calor, etc.; participa en la regulación de la temperatura corporal y nos informa de problemas internos a través de alteraciones en la coloración, erupciones, etc.
Está formada por tres zonas, epidermis, dermis e hipodermis. La epidermis es la capa más externa, en la que se encuentra la membrana basal, que regula el paso de sustancias a través de la piel y se encarga de regenerarla. La dermis es la capa a la que llegan los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. En ella están los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y sudoríparas y las fibras de colágeno y elastina, luego es la capa que nutre, hidrata y da forma y estructura a la piel. La hipodermis está formada por tejido graso y su misión consiste en aislar al cuerpo del frío y del calor.
Debido a su importancia, debemos cuidarla y protegerla para que se mantenga en las mejores condiciones y se retrase su envejecimiento.
Frente al envejecimiento...
El envejecimiento de la piel depende de factores inevitables que no pueden cambiarse, como la edad o los cambios hormonales en la menopausia, y de factores externos sobre los que se puede actuar (el frío, el sol, el tabaco, etc.), que lo aceleran porque aumentan la producción de radicales libres en las células que dañan las estructuras de la piel. Estos daños se ven contrarrestados por mecanismos reparadores propios, aunque pueden resultar insuficientes cuando la producción es muy grande y llevan a la muerte celular. Esto unido al paso del tiempo hace que la piel se vuelva más delgada y menos elástica, hidratada y firme, propiciando la aparición de arrugas.
Desde la cosmética, podemos luchar frente al envejecimiento de dos formas:
Preventiva: cuyo objetivo es retrasar las manifestaciones del envejecimiento en la piel mediante limpieza, hidratación y nutrición, sin olvidar que aplicar fotoprotectores adecuados y evitar la exposición solar son las medidas más importantes para enlentecer este proceso.
Reparadora: que busca mejorar el estado de la piel envejecida. Para ello podemos usar colágenos y elastinas, exfoliantes (ácido salicílico, retinol, etc.) que actúan estimulando la membrana basal, produciendo células nuevas que mejoran el aspecto, y antioxidantes que han demostrado gran eficacia, pues van a paliar los efectos de los radicales libres. Moléculas interesantes con esta función reparadora son los péptidos antiarrugas como el Palmitoyl Oligopeptide, Palmitoyl Tetrapeptide-7, Palmitoyl Tetrapeptide-1, etc. Ayudan en el proceso de regeneración y reparación cutánea, sobre todo en los daños generados por el sol, mejorando el tono, la elasticidad de la piel y, en consecuencia, atenuando las arrugas.
Consejos para el cuidado de la piel
1. Mantener un grado de humedad adecuado en casa, pues las calefacciones y el aire acondicionado resecan nuestra piel, e ingerir entre 1,5 y 2 litros de líquido al día. Una piel deshidratada es una piel vulnerable.
2. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales, legumbres y hortalizas, nos aportan vitaminas cuya acción antioxidante refuerza los mecanismos de defensa naturales, contribuyendo paliar la formación de radicales libres y los daños celulares ocasionados.
3. Evitar el tabaco, el alcohol, la contaminación, etc., pues son factores que aumentan seriamente la producción de radicales libres y aceleran los procesos de envejecimiento.
4. El descanso insuficiente puede ser negativo a la hora de cuidar nuestra piel. Es importante respetar las horas de sueño, lo que no está reñido con una vida activa. Una vida carente de estímulos es tan negativa como una vida con un ritmo extenuante.
5. En cualquier caso, pero especialmente en pieles sensibles, es preferible el uso de prendas de algodón al de tejidos sintéticos.
6. La limpieza de rostro y manos con agua excesivamente caliente favorece la eliminación de la capa protectora natural de la piel. Es conveniente usar productos de limpieza suaves.
7. La piel del cutis, cuello y escote merecen un trato especial. Es muy recomendable eliminar las células muertas de la epidermis con exfoliantes después del verano, cuando la piel ha sido más castigada por el sol.
8. La piel de los labios y del contorno de ojos, es muy sensible. Es preciso usar formulaciones adecuadas para el contorno de ojos que no irritan la conjuntiva. A los labios debemos aplicarles protectores hidratantes y a ser posible con filtros solares, incluso en invierno.
En conclusión, la piel que tengamos en la edad adulta va a depender mucho del trato que le hayamos dado en la infancia y juventud, luego cuidaremos nuestra piel con tres acciones:
Limpieza y exfoliación.
Hidratación/Nutrición/Tratamientos antienvejecimiento.
Protección frente a la radiación ultravioleta.