La salud mental, el necesario equilibrio

En líneas generales, el concepto "salud mental" implica ausencia de trastornos mentales; sin embargo, según los expertos, va mucho más allá. Así, para la Organización Mundial de la Salud, se trata de un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Obviamente, el problema surge cuando esa salud mental se altera. Entonces aflora el sufrimiento del enfermo y de las personas que lo rodean. Las enfermedades mentales -las más frecuentes son la ansiedad y la depresión- acarrean costes sociales y económicos considerables, habida cuenta de que son una de las principales causas de baja laboral, jubilación anticipada y pensión de discapacidad.

En nuestros días ha venido a sumarse un factor desencadenante adicional: la crisis económica, traducible en incertidumbre y desempleo, que comienza a carcomer la salud mental de los ciudadanos, especialmente entre los jóvenes, el colectivo más golpeado por dicha situación.

En este sentido, los especialistas alertan sobre el aumento de la prevalencia de la ansiedad y sus patologías asociadas que, en caso de persistir al ritmo actual, en 2020 serán la primera causa de discapacidad. Ya en la actualidad afecta a uno de cada cinco habitantes y suele combinarse con depresión, como revela el hecho de que el 80 por ciento de las personas con depresión tiene síntomas ansiosos y viceversa.

El problema en Europa

El informe 2011 del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología y del Consejo Europeo del Cerebro, presentado en el XV Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado en Oviedo en noviembre del pasado año, puso de manifiesto, entre otras conclusiones, que el 38 por ciento de los europeos sufren cada año, al menos, un tipo de trastorno neuropsiquiátrico, pero más sorprendente si cabe es constatar que las tasas de tratamiento de los trastornos mentales siguen siendo altamente deficitarias en la Unión Europea. Tal es así, que de los casos que se registran anualmente, sólo entre un 2-9 por ciento de los pacientes, dependiendo de los países, recibe un tratamiento mínimamente adecuado. Ello quizás se debe a la paradoja de que si bien el 32 por ciento del total de la carga asociada a la morbilidad en la sanidad europea se debe a trastornos del cerebro, sólo el 7 por ciento del gasto sanitario está destinado a este apartado.

Otros datos extraídos del informe revelan que las tasas de prevalencia de los trastornos mentales se mantienen estables, excepto en los casos de depresión y de trastornos neurodegenerativos, que aumentan. Los diagnósticos más frecuentes son los trastornos de ansiedad, depresión unipolar, insomnio, trastornos somáticos, abuso de sustancias, etc. Las tasas de prevalencia referidas a hombres y mujeres, y a grupos de edad (infancia-adolescencia, adolescencia tardía, adultos y mayores) muestran una gran similitud. En suma, los trastornos del cerebro, que incluyen tanto las patologías psiquiátricas como enfermedades neurológicas, suponen el 27 por ciento de la carga de la discapacidad causada por enfermedad en Europa.

Diagnósticos más frecuentes

El trastorno mental con mayor prevalencia es la ansiedad, con un 14 por ciento sobre el total de la población de la Unión Europea. A su vez, los trastornos de ansiedad se dividen en los subtipos trastornos de pánico, agorafobia, fobia social, fobias específicas y el trastorno generalizado de ansiedad. Los siguientes trastornos mentales en prevalencia son el insomnio, depresión unipolar, demencia, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastornos somáticos y adicción al alcohol.

El aumento de las tasas de depresión, a pesar de que es un hecho constatado, no supone en ningún caso la existencia de una epidemia. No obstante, se ha registrado una disminución de la edad de aparición de los primeros episodios de la enfermedad y una mayor prevalencia en los grupos de población de menor edad (si los nacidos después de 1934 presentan el doble de riesgo, los nacidos con posterioridad a 1964 muestran el triple de riesgo).

Género y grupos de edad

En relación con el género, la similitud entre las tasas de prevalencia de hombres y mujeres es notablemente alta, aunque el espectro de diagnóstico es diferente. Por ejemplo, las mujeres muestran una gran y mayor diferencia con los hombres respecto al número de años de vida potencialmente perdidos en depresión unipolar, demencias y migrañas.

Por otro lado, los hombres muestran un mayor número de años de vida potencialmente perdidos en comparación con las mujeres en lo relativo al abuso en el consumo de alcohol, consumo abusivo de otras drogas y esquizofrenia.

Con respecto a los principales trastornos mentales según grupos de edad, el informe incluye en la infancia y adolescencia el retraso mental, hiperactividad, trastornos de la conducta, trastorno generalizado del desarrollo, fobias, anorexia nerviosa, etc. En la adolescencia tardía, el abuso de drogas, los trastornos de pánico, el trastorno obsesivo-compulsivo, los trastornos del ánimo y somáticos, la esquizofrenia y la bulimia nerviosa se encuentran como los más frecuentes.

En la edad adulta, destacan la adicción a las bebidas alcohólicas, depresión, ansiedad generalizada, problemas del sueño, esclerosis múltiple y tumores cerebrales, entre otros. Por último, las personas mayores muestran un mayor número de casos de ictus, párkinson, demencias y trastornos del sueño.

Para los psiquiatras, el lado positivo de este panorama reside en que existen tratamientos eficaces para estos trastornos, tanto farmacológicos como físicos y psicológicos. Igualmente se cuenta con una prevención secundaria efectiva que permite ralentizar la progresión de distintas patologías. Si fueran aplicados en mayor medida, estos métodos darían como resultado una menor prevalencia y un descenso de la carga económica que suponen para los sistemas sanitarios.