Cuando calienta el sol, aquí en la piel…

Sol y playa. Para nuestro país ambos son fuentes de riqueza, y no sólo de índole económica, sino también de salud, porque el astro rey lo es: además de atribuírsele poco menos que propiedades euforizantes, toda vez que alegra el estado anímico –los días grises está uno más apagado-, estimula la síntesis de vitamina D, gracias a lo cual se pueden prevenir males mayores como el raquitismo o la osteoporosis; actúa como un vasodilatador, con lo que la tensión arterial disminuye, favorece la circulación sanguínea periférica y contribuye a curar algunas enfermedades de la piel, como la psoriasis, acné, vitíligo, etc.

Pero hoy día para nadie es un secreto que esta faceta amable de la luz solar es, a la vez, un arma de doble filo. En el PERIÓDICO DE LA FARMACIA hemos hablado largo y tendido sobre el riesgo que conlleva una prolongada exposición al sol, en concreto para nuestra piel, sobre todo sin la debida protección. Riesgo que se traduce inicialmente en las habituales quemaduras solares y ampollas que, que si son repetidas y mal cuidadas, a la postre desembocan en el temido cáncer de piel. Y como el calor ya comienza a hacer acto de presencia, es en este punto donde nos vamos a detener.

Los dermatólogos avisan

En la "Campaña del Cáncer de Piel 2012", organizada la Academia Española de Dermatología (AEDV) y difundida bajo el nombre "Euromelanoma", el coordinador de la misma, Dr. Julián Conejo-Mir, jefe de Servicio del sevillano Hospital Virgen del Rocío, nos recuerda de entrada la importancia de tomar medidas preventivas ya en la infancia, "de manera extraordinaria hasta los 2 años de edad", y luego prolongar estos cuidados especiales hasta los 18.

Los niños que han sufrido más de tres quemaduras solares tienen 10 veces más riesgo de padecer melanoma en la edad adulta. Por eso es tan importante protegerlos del sol con cremas y sombrillas. Ahora sabemos que "la radiación solar es el cancerígeno más conocido, incluso más que el tabaco. En la aparición del cáncer, en más del 80 por ciento de los casos, la responsabilidad es del sol", puntualiza este dermatólogo, cuyo mensaje "¡Estar bronceado no es estar guapo, es dañar la piel!" no se debe echar en saco roto. En otras palabras, bronceado es sinónimo de envejecimiento de la piel, en especial de la cara, cuello, brazos y manos, las zonas habitualmente desnudas y expuestas a los rayos solares UV.  Cuando estos se concentran en dichas zonas, la piel se defiende produciendo más melanina -el pigmento que da color a la piel y el tono bronceado-, pero lo hace acumulándolo de manera desordenada, dando lugar a las manchas.

Precisamente, el signo más común es un cambio en el aspecto de la piel, como por ejemplo un crecimiento o herida que no sana; a veces puede haber una pequeña protuberancia, de apariencia suave, brillante y perlada, roja o marrón rojizo. Es un aviso para visitar al dermatólogo.

La  proteína P53

Siguiendo con las explicaciones del doctor Conejo-Mir, a largo plazo los rayos UVB son absorbidos por el ADN y se transforman en radicales libres, que alteran el material genético y los sistemas defensivos de la piel. Aunque este hecho ocurre a diario al exponernos al sol, nuestro organismo tiene un sistema de corrección, que es la proteína p53. "Esta proteína tiene una función defensiva, inmunológica sobre las alteraciones que produce la exposición a las radiaciones ultravioletas del sol o de la cabina de rayos UVA. Pero llega un momento en el que no puede corregir un daño excesivo y repetido, apareciendo lesiones premalignas y malignas como los carcinomas y melanomas", señala este experto.

Cabe añadir que el riesgo de desarrollar un melanoma, el cáncer más grave de la piel, aumenta en un 75 por ciento si el consumo de UVA que se aplican con lámparas en las cabinas se inicia antes de los 30 años de edad. Sólo se deben utilizar bajo la supervisión de un dermatólogo o personal altamente cualificado. El 90 por cento de los casos de melanoma están asociados a la exposición a los rayos UV.

El Factor de Protección Solar debe ser adecuado a cada persona.

El Factor de Protección Solar debe ser adecuado a cada persona.

Protegerse es la cuestión

El fototipo de cada uno -su clasificación oscila entre I y VI, consulte al dermatólogo o al farmacéutico-, es la capacidad de la piel para asimilar la radiación solar, algo que se debe tener muy en cuenta a la hora de comprar un protector solar. Especial cuidado deben tener a este respecto los pecosos y pelirrojos, pues por sus características pigmentarias –poseen menos melanina- se queman fácilmente, enrojecen y no broncean nunca; los rubios también se queman con facilidad y su bronceado es escaso; en los morenos, en cambio –albergan más melanina-, las quemaduras son más moderadas y el bronceado es progresivo, y así sucesivamente en la medida en que aumenta la "morenez", hasta llegar a la raza negra, en que la pigmentación es total y raramente se presentan quemaduras.

También hay que atender al Factor de Protección Solar, que es un número que indica cuánto tiempo se puede uno exponer al sol con la piel protegida para conseguir la misma rojez o quemadura sin ninguna protección. En las etiquetas de los envases viene la composición cualitativa de los filtros solares y bloqueadores que contienen.

A modo de ejemplo, se puede decir que si se logra estar al sol el primer día 10 minutos sin sufrir enrojecimiento ni quemaduras, un FPS 15 utilizado adecuadamente proporciona protección durante 150 minutos (se realiza la multiplicación 10x15); si consigue estar 20 minutos sin quemarse, la elección de un fotoprotector 8 equivale a una protección 8 veces superior.

Los expertos recomiendan adquirir los "de amplio espectro" y, si va a nadar, que incluya el texto  "Water Resistant" o "Water Proof", que significa algo así como resistente al agua o a prueba de agua, en definitiva, que no se quita tras un chapuzón.

Filtros, protectores o bloqueadores

Hoy en día, existe una amplia gama de productos para protegerse del sol que, según su composición, se clasifican en filtros, protectores o bloqueadores. Los protectores albergan elementos orgánicos que protegen contra la radiación ultravioleta B, mientras los bloqueadores tienen sustancias inorgánicas que permanecen en la superficie de la piel sin absorberse, formando una capa protectora contra los rayos UVB y los UVA. El consejo de un dermatólogo nos ayudará mucho en este sentido.

No hay que ser cicatero a la hora de aplicarse las cremas, sino todo lo contrario, en abundancia. La dosis recomendada es de 2 mg por cm2., repitiendo la aplicación cada dos horas, después de meterse en el agua o de practicar ejercicio o si se ha sudado mucho. No se debe olvidar que también paseando por la orilla de la playa, ir de compras o hacer ejercicio se pueden sufrir quemaduras solares.

Aplicarse el fotoprotector aunque esté nublado, y siempre en casa, nunca en la playa o en la piscina; además, se debe hacer sobre la piel bien seca 30 minutos antes de exponerse al sol, lo cual, a su vez, no debe hacerse entre las 11 y las 15 horas. Usar sombrero o gorra con visera, gafas adecuadas, protector labial y no permanecer estático durante horas, sino moverse con frecuencia. Beber agua o líquidos también con frecuencia para evitar la deshidratación.

Al margen de estas consideraciones, una recomendación importante es tener mucho cuidado si se está tomando medicamentos, ya que algunas personas desarrollan reacciones sólo cuando se exponen al sol. Los más habituales son los antiinflamatorios, antibióticos (sobre todo tetraciclinas), píldoras anticonceptivas, cremas con retinoides y antidepresivos.

Un peeling

Uno de los descubrimientos notables para socorrer la piel de las secuelas que dejan las agresiones externas, vengan éstas del sol o de otras fuentes, viene de la mano de un simple peeling químico, concretamente de ácido salicílico, glicólico o purívico. Un peeling, palabra inglesa que significa exfoliación, no es otra cosa que eliminar las células muertas que se concentran en la capa más superficial de la piel.  Su acción estimula la proteína p53, lo que aumenta las defensas contra el cáncer de piel. De ahí que, en palabras de este especialista, "después de los protectores solares, el uso a diario de una crema o gel de cualquier ácido que produzca un efecto peeling en la piel es un gran antiocancerígeno. De hecho, las estrategias para evitar el cáncer de piel deberán cambiar en el futuro próximo, ya que será igual de obligado el uso de protección solar como la aplicaciones de cremas o geles de efecto peeling".

Sea como fuere, la noticia positiva es que el cáncer de piel es el tumor que tiene las cifras de curación más altas, próximas al cien por cien, siempre y cuando se diagnostique a tiempo. En cualquier caso, la probabilidad de recuperación y elección del tratamiento adecuado dependerán del tipo de cáncer de piel que se tenga. Según los dermatólogos, el mejor tratamiento hoy es recurrir a la cirugía, con anestesia local. También se pueden usar tratamientos quirúrgicos como la criocirugía, electrocirugía, cirugía micrográfica de Mohs y láser.