Cuidados del bebé

La piel del bebé es más frágil, delgada y sensible y va a necesitar cuidados específicos y adaptados en higiene e hidratación

La llegada de un bebé supone un cambio importante en la vida de la familia. Durante el embarazo, la futura mamá se prepara para adaptarse a la nueva situación que supondrá la llegada del recién nacido. Cada bebé es único y tiene su personalidad propia y sus peculiaridades que poco a poco descubriremos, tanto en ritmos de sueño, como en alimentación.

Un recién nacido pesa entre 3 y 3,5 kilos y mide una media de 50 centímetros. Los primeros días puede producirse una pérdida de peso por la pérdida de líquidos que se recupera en unos días.

Tiene en la cabeza zonas no cubiertas de hueso llamadas fontanelas que permiten que el cerebro y el cráneo puedan crecer a la par que el resto del cuerpo. Estas zonas están bien protegidas y, aunque hay que tener cuidado, se pueden tocar y lavar. Se cierran alrededor del año.

El pulso y la frecuencia en la respiración son más rápidos que en niños mayores y en los adultos.

La piel suele estar recubierta de un vello muy fino llamado "lanugo" que desaparece poco a poco. Puede presentar a los 2 ó 3 días de nacer un color amarillento (ictericia) que desaparece espontáneamente en unos días aunque si persiste es bueno exponer al niño a la luz, colocándolo en las zonas más luminosas de la casa, nunca al sol directo.

Durante las primeras horas de vida, los bebés hacen unas heces pegajosas de color verde negruzco, llamadas "meconio".  Después, si la lactancia es materna las heces serán frecuentes (casi en cada toma), amarillentas y semilíquidas y si es con biberón son menos frecuentes y más duras.

La alimentación

Un recién nacido puede alimentarse con lactancia materna o con leche artificial. Ambas son válidas y permiten  que el bebé se desarrolle correctamente y sin carencias.

La lactancia materna es ideal tanto para el niño como para la madre. Estrecha la unión entre ambos, asegura un correcto crecimiento y desarrollo, le protege en cierta medida de reacciones alérgicas y le proporciona defensas que le defenderán de infecciones.

Durante los primeros días, la leche materna es más clara, más rica en proteínas y se llama "calostro". Según avanzan los días, y hasta unos 20 días después del parto la leche se va haciendo más rica en grasas y enzimas, la "leche de transición" y a partir de entonces la leche será la definitiva, "leche madura".

Cuanto más variada y equilibrada sea la alimentación de la madre, la leche tendrá todos los nutrientes necesarios para el desarrollo perfecto del bebé. Se recomienda beber líquido abundante. Algunos alimentos pueden cambiar el sabor dela leche, como son los espárragos, la cebolla, los ajos, etc. Esto no implica eliminarlos, pero si el bebé come peor en estas tomas se pueden evitar.

Compatibilizar la vida laboral con la lactancia materna es posible. La leche materna puede sacarse con ayuda de un sacaleches y se conserva bien en la nevera durante 2 días y durante 6 meses en el congelador. Es bueno aplicar calor en las mamas antes de sacarla porque así la leche fluye con más facilidad.

Las tomas no tienen un horario estricto; hay que poner al niño cuando tenga hambre aunque con mesura, nunca antes de que hayan pasado dos horas desde la toma anterior. El pecho no es un "chupete", pero tampoco sabemos con exactitud qué cantidad de leche toma el niño. Lo normal es que el bebé se regularice y las tomas se distancien.

La lactancia artificial con leches adaptadas no debe suponer un trauma para la madre. Las leches artificiales, aunque se preparan a partir de la leche de vaca, su composición y porcentajes de nutrientes se basan en la de la leche materna. El Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición (EPSGAN) emite las recomendaciones que deben seguir todas las leches infantiles adaptadas.

Según la edad del niño, hay leches de inicio, leches de continuación y ahora existen leches para adaptar la alimentación del niño a la del adulto. Están enriquecidas con las cantidades óptimas de vitaminas, minerales y otros nutrientes que favorecen su crecimiento y desarrollo.

Tan importante es la leche como la preparación del biberón. Hay que poner una medida rasa por cada 30 ml de agua, respetando siempre la proporción de manera que llevará las cantidades justas de nutrientes para el bebé. Poniendo más o menos se producirá un desequilibrio nutricional. Tiraremos siempre la leche preparada que el niño no tome y cerraremos bien los envases de leche conservándolos en lugar fresco y seco. Si el envase abierto supera el mes, debe desecharse.

Existen también leches sin lactosa, con espesantes para paliar la regurgitación excesiva, fórmulas para bebés prematuros y para síndromes, malabsorción o patologías específicas.

La piel del recién nacido

El cuidado y protección de la piel del bebé tiene una gran importancia en el cuidado de su salud. La piel es el órgano que actúa como barrera frente a las agresiones externas, las infecciones, los cambios de temperatura ambiente y es el punto de conexión con la madre.

La piel del bebé es más frágil, delgada y sensible frente a las agresiones externas (frío, humedad, luz solar, etc.) y las infecciones. Sus glándulas sebáceas no han alcanzado el grado de madurez del adulto y producen poco sebo, tampoco tienen normalizada la sudoración ni el control de la temperatura, con lo que la piel tiende a seca y agrietada. Con estas peculiaridades, va a necesitar cuidados específicos y adaptados en higiene e hidratación.

El baño será diario desde el primer día de vida. Se aplicará un jabón o un aceite de baño específico, sin esperar a que se caiga el cordón umbilical. El pelo se lavará muy suavemente con un champú específico. Con el paso del tiempo el baño será una fiesta para el bebé y para los que le rodean, sobre todo los hermanos que vivirán mejor la llegada del recién nacido si se sienten partícipes de sus cuidados.

Después del baño hay que secar de manera muy cuidadosa toda la piel, incidiendo en los pliegues (axilas, ingles y el cordón umbilical).

El aseo se hará si es posible con esponjas enjabonadas desechables y toallitas húmedas. Si se usan esponjas convencionales deben cambiarse con mucha frecuencia para evitar posibles contaminaciones. Los genitales en las niñas se limpian siempre de delante hacia atrás.

Después del baño se le dará un suave masaje aplicando una crema o aceite que le hidrate la piel. El masaje por el abdomen puede servir también para aliviar los cólicos infantiles.

Las uñas deben cortarse con cuidado, siempre rectas y con tijeras de puntas redondeadas. El cordón umbilical se limpiará todos los días en cada baño o en cada cambio de pañal si se ha manchado, siempre siguiendo la indicaciones del pediatra.

Problemas más frecuentes en la piel del bebé

Costra láctea: consiste en la aparición de placas gruesas, amarillentas, de aspecto graso, adheridas al cuero cabelludo el bebé. También se dan en las cejas, en la frente, en el entrecejo y en la zona posterior de las orejas.

Se elimina masajeando suavemente la zona con un aceite, dejándolo actuar un tiempo para que se ablanden las placas y lavando después con un champú suave infantil. No tiene trascendencia en la salud del niño, pero es aconsejable eliminarlo.

Dermatitis del pañal: es una reacción irritativa de la piel delimitada por los bordes del pañal. Se produce enrojecimiento, escozor e incluso en ocasiones se levantan ampollas. Lo provoca el roce constante del pañal húmedo en la delicada piel del bebé.

Es muy importante prevenir ese contacto directo tratando de evitar la humedad, para lo cual se recomiendan cambios muy frecuentes de pañal, limpieza y secado en profundidad de la zona, incluso dejándola sin cubrir para acelerar el secado. Además existen cremas que, aplicadas después de la higiene, protegen y aíslan de la humedad. Nunca aplicaremos pomadas antibióticas, antifúngicas ni con corticosteroides sin indicación médica.