El 'ABC' de una resonancia magnética

¿Qué es una resonancia magnética?

Es una técnica que permite estudiar los órganos internos del cuerpo humano y diagnosticar así diferentes enfermedades y estados patológicos. Valiéndose de un potente imán y de ondas de radiofrecuencia se obtienen imágenes detalladas de nuestro interior sin que nuestra salud corra ningún riesgo.

¿Qué ventajas tiene respecto a otras técnicas?

Gracias a la resonancia magnética se consiguen imágenes más detalladas de algunos órganos, como el corazón, los pulmones y el hígado, que permiten evaluar de forma precoz los tumores y su evolución, y se desenmascaran lesiones que permanecen ocultas con otras técnicas de imagen. Además esta técnica puede ayudar a estudiar la morfología y función de gran cantidad de órganos y cuenta con una ventaja clave: no utiliza radiaciones ionizantes (rayos X).

¿Quién realiza la prueba?

En la resonancia magnética intervienen varios profesionales de la salud. Su puesta en marcha la decide el médico especialista, pues es el quien conoce toda la problemática que rodea al paciente; el personal del Servicio de Radiodiagnóstico estará pendiente de él durante toda la exploración y un radiólogo estudiará las imágenes que se obtengan y remitirá un informe al médico responsable.

¿En qué consiste?

El equipo está compuesto por un gran electroimán cilíndrico, con forma de 'rosquilla', una mesa exploratoria en la que se tiende el paciente de una u otra forma dependiendo del área que se vaya a explorar y un puesto de control desde donde el personal sanitario programa y controla la prueba. Alrededor de la región que se vaya a explorar se suelen colocar unos aparatos con los que mejorar la calidad de la imagen.

En algunos casos es necesario inyectar contraste intravenoso para poder ver ciertas partes del cuerpo con mayor claridad y cuando se trata de niños pequeños o de adultos que no creen que puedan tolerar bien la prueba en ocasiones se recurre a la sedación para lograr que estén completamente quietos.

¿Es dolorosa?

La prueba no es dolorosa; tan sólo se perciben unos ruidos, como de martilleo, que son inevitables y necesarios para la obtención de las imágenes y que pueden mitigarse con la ayuda de unos tapones para los oídos. El paciente debe estar completamente quieto durante la exploración, cosa que para algunas personas no resulta fácil y experimentan una sensación de encierro o claustrofobia. Por suerte, con  los nuevos equipos, que tienen imanes más cortos y anchos, la prueba se tolera mejor y siempre se puede recurrir a equipos abiertos lateralmente (resonancia abierta), aunque con ellos la calidad de la imagen puede variar.

Percibir sensación de calor durante la prueba es normal, o de frío en los casos en que se haya inyectado un contraste. En cualquier caso, el paciente puede comunicarse en todo momento con el personal del Servicio de Radiodiagnóstico gracias al intercomunicador del que dispone el equipo. En ocasiones, se permite a los padres entrar en la sala e incluso a algún acompañante en el caso de adultos.

¿Cuánto dura?

Depende de muchos factores, como el área a estudiar, el número de imágenes que sean necesarias o la velocidad del aparato. Suele oscilar entre 30 y 45 minutos, aunque en ocasiones, si se requiere un estudio detallado, puede prolongarse. En caso de sedación, estará bajo control del personal sanitario hasta que despierte. Finalizada la prueba, volverá a su vida con normalidad.