Cansancio sin causa aparente

La astenia es una sensación subjetiva de incapacidad para realizar acciones habituales de la vida cotidiana

En determinadas ocasiones o épocas del año, de manera aparentemente inexplicable, personas sanas experimentan un cansancio y falta de energía que les produce nerviosismo e incluso les dificulta la concentración.

Trabajo excesivo, sueño insuficiente o poco reparador o los cambios de estación que conllevan un cambio de estilo de vida (llegada del calor, días con más horas de luz, vuelta a la vida laboral después de las vacaciones, etc.) producen este estado.

Afecta en mayor medida a las mujeres y, aunque en apariencia es poco importante, si no se toman medidas puede llegar a desbordar a la persona, que puede terminar necesitando atención médica.

Fatiga, astenia y síndrome de fatiga crónica

Hay que distinguir entre fatiga y astenia, pues no es exactamente lo mismo:

  1. La fatiga es la aparición precoz de cansancio una vez iniciada la actividad física habitual. Es un síntoma de la astenia.
  2. La astenia es una sensación subjetiva de incapacidad para realizar acciones habituales de la vida cotidiana. No tiene unos síntomas definidos de forma clara, sino que engloba cosas como sensación de tristeza, pocas ganas de hacer nada, cansancio, dolor muscular, de cabeza, dificultad para concentrarse, sensación de sueño, e incluso a veces se acompaña de cosas tan dispares como pérdida de apetito o aumento de sensación de hambre.

Tampoco debe confundirse con la depresión. El sentimiento de apatía de la depresión es generalizado y no puede superarse por sí solo, necesita apoyo sanitario profesional, médico y psicológico, tratamiento farmacológico y seguimiento minucioso del mismo.

El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad muy poco conocida que se puede definir como un cansancio grave o agotamiento prolongado sin causas que lo expliquen. Afecta a personas de todas las edades aunque es más frecuente en jóvenes y mujeres. El diagnóstico es complicado pues no existen pruebas o análisis específicos para el mismo, pero si la fatiga dura más de 6 meses y se acompaña de dolores, ganglios dolorosos en axilas y cuello, pérdida de fuerza, trastornos del sueño, etc. es importante acudir al médico.

La astenia es uno de los síntomas más habituales en pacientes que sufren cáncer, sobre todo los que están bajo el efecto de la quimioterapia o la radioterapia. También se asocia a anemias, insomnio, deshidratación o personas con dolores no controlados.

Las causas

Existen muchas teorías sobre las causas, pero parece que con mayor frecuencia se puede deber a una excesiva carga emocional (mucha presión en el trabajo, toma de grandes decisiones), insatisfacción personal, sueño insuficiente o una dieta poco adecuada. Todos estos factores van a determinar la aparición, la intensidad y la duración de la astenia.

También puede deberse a enfermedades de base, producidas por agentes infecciosos, cambios hormonales, enfermedades cardiacas, cáncer, etc.

La fatiga es un síntoma que cada persona percibe de manera subjetiva. Igual que cada individuo tiene un umbral del dolor, tiene también un umbral diferente para definir la fatiga como algo distinto al cansancio normal producido por un exceso de actividad.

Si consideramos que el cansancio no se corresponde con nuestro nivel de actividad o dura semanas sin experimentar mejoría aunque tomemos medidas, la recomendación es ver a un profesional sanitario como el farmacéutico que puede discernir si necesitamos ir al médico para descartar otras enfermedades.

Si no existen en apariencia causas orgánicas y el problema no viene de tiempo atrás, existen una serie de pautas que puestas en práctica ayudan a superar la situación. Estas medidas, en principio, no se basarán solamente en el uso de complementos de la dieta o tratamientos fitoterápicos, sino que se apoyarán en medidas higiénico-conductuales que mejoren la calidad de vida y la autoestima.

Nunca debe tomarse un tratamiento farmacológico, fitoterapéutico o nutricional si no se sabe cuál puede ser la causa de la fatiga.

Complementos alimenticios, vitaminas y minerales

Las vitaminas son sustancias sin las que no es posible el buen funcionamiento de nuestro metabolismo. Como nuestro organismo no puede sintetizarlas, aunque se necesitan en cantidades muy pequeñas, es necesario ingerirlas.

Los minerales son elementos químicos imprescindibles para nuestro organismo. Se deben tomar diariamente en la dieta:

• Calcio, fósforo, hierro, magnesio, potasio y sodio.

• En cantidades mínimas (oligoelementos), pero fundamentales pues forman parte de hormonas, enzimas, etc. Necesitamos cobre, flúor, manganeso, yodo y cinc.

• La carencia de hierro es el déficit nutricional más frecuente en el mundo.

Una dieta normal y variada como nuestra dieta mediterránea nos aporta la cantidad suficiente de vitaminas y minerales para cubrir nuestras necesidades. Sin embargo, nuestro actual estilo de vida conlleva muchas veces el uso de alimentos precocinados, comidas fuera de casa, un aumento del consumo de bollería, dietas de adelgazamiento sin supervisión, dietas vegetarianas muy estrictas... En estos casos, sin olvidar que la mejor alternativa es corregir esta situación, se puede recurrir al médico o farmacéutico para que nos aconseje un complemento.

Es fundamental la supervisión de un profesional sanitario, ya que tanto en vitaminas como en minerales es importante tener en cuenta el VRN (Valores de Referencia de Nutrientes) que va indicado en los envases, porque en algunos casos cantidades excesivas podrían perjudicar nuestra salud. También pueden producirse interacciones con fármacos.

Otros recursos que se han usado a lo largo del tiempo son la miel, el polen y la jalea real. Gracias a su composición, muy energética, pueden ayudarnos a recuperar el dinamismo y afrontar las situaciones de decaimiento.

Tratamiento fitoterapéutico

Las plantas son muy útiles como coadyuvantes en el tratamiento de la astenia y la fatiga cuando las medidas higiénico-conductuales no han sido eficaces. Solas o unidas a vitaminas, minerales o ingredientes como la jalea real pueden ayudarnos a aliviar el problema.

El ginseng y el eleuterococo parecen ser las plantas más útiles frente a estas afecciones. Son especies tonificantes de efectos muy parecidos, aunque el ginseng es más potente. Después de un periodo de tratamiento suele constatarse una mejoría de los síntomas.

Del ginseng se usa la raíz en forma de ginseng blanco (raíz lavada, desecada) o rojo (lavada, escaldada con vapor y desecada). Es capaz de adaptar al organismo en situaciones de estrés y sobrecarga física o psíquica, por eso se usa como tónico en situaciones de fatiga, tensión nerviosa, convalecencias, etc. Se toma solo o junto a vitaminas y minerales. Se considera no tóxico, pero no puede tomarse más de 1 gramo/día ni prolongar su uso durante más de 3 meses.

Del eleuterococo se usan las raíces y los rizomas. Su administración es segura a las dosis que se recomiendan.

Es muy importante acudir a profesionales de la salud como los farmacéuticos puesto que nos pueden ayudar a tener en cuenta una serie de consideraciones cruciales antes de tomar estos tratamientos:

• Si toma otros medicamentos, especialmente tratamientos con digoxina, antidiabéticos o anticoagulantes, pues interfiere su acción.

• Si sufre hipertensión arterial, problemas cardíacos, ansiedad, insomnio, etc. pues son plantas estimulantes del sistema nervioso central.

• Si es una mujer y está embarazada o en periodo de lactancia, su uso está contraindicado.

• No tome nunca estas plantas por la tarde o noche, ya que pueden alterar la calidad del sueño.

Existen también otras especies que debido a su contenido en cafeína, más que tener efecto tonificante lo tienen estimulante, como las hojas de mate, nuez de cola, el guaraná, el café y el té. Se recomienda tomarlas siempre después de las comidas y nunca antes de acostarse, mejor a media tarde, para evitar el nerviosismo e insomnio que pueden producir.