Colesterol a la baja

La hipercolesterolemia consiste en valores anormalmente elevados de colesterol, lo que puede ocasionar problemas a largo plazo

Las grasas o lípidos son sustancias ricas en energía que sirven como combustible para los procesos metabólicos del cuerpo. Se obtienen de los alimentos o se fabrican en el cuerpo (principalmente en el hígado) y se pueden almacenar en las células adiposas para ser usadas en cualquier momento. Son también componentes esenciales de las membranas celulares y de las vainas de mielina que envuelven las células nerviosas. Las dos principales grasas presentes en la sangre son el colesterol y los triglicéridos.

El colesterol es una grasa imprescindible en nuestro organismo ya que forma parte de la estructura de nuestras células e interviene en la formación de algunas hormonas y vitaminas. Para ser transportadas se unen a proteínas formando lipoproteínas de 4 tipos:

  • Quilomicrones.
  • VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad).
  • LDL (lipoproteínas de baja densidad).
  • HDL (lipoproteínas de alta densidad).

Nuestro organismo regula las concentraciones de lipoproteínas aumentando o reduciendo su síntesis y su paso a la sangre o aumentando o reduciendo su eliminación.

Valores anormales de colesterol en sangre (hipercolesterolemia) unido sobre todo a niveles altos de tensión arterial supone un riesgo a largo plazo de enfermedades cardiovasculares.

¿Qué es la hipercolesterolemia?

Consiste en valores anormalmente elevados de colesterol, lo que puede ocasionar problemas a largo plazo. Un valor ideal de colesterol total es de 140 a 200 mg/dl. Pero no todas las formas de colesterol aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular. Las cifras vienen dadas por la experiencia médica y por consensos establecidos entre las sociedades médicas expertas en estos temas.

El colesterol transportado por las LDL aumenta el riesgo y se conoce como "colesterol malo" y el transportado por las HDL disminuye el riesgo y es el llamado "colesterol bueno".

El LDL colesterol se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos endureciéndolos incluso llegando a obstruirlos con el paso del tiempo (arteriosclerosis) y en otros tejidos como la córnea, donde forma un anillo amarillento alrededor y en los párpados.

El HDL colesterol no se deposita en las arterias y facilita la disolución de las placas de LDL colesterol.

Causas y factores que predisponen

Las causas principales son debidas a una mala alimentación o a problemas en la síntesis o destrucción del colesterol.

Las causas pueden ser por la alimentación o por problemas en la fabricación o destrucción del mismo:

  • Dietas desequilibradas: las grasas animales contienen grandes cantidades de colesterol.  Dietas ricas en ellas provocan tanto colesterol en sangre que no es  posible su degradación y se deposita en arterias y tejidos.
  • Determinadas enfermedades: hereditarias, patologías renales, diabetes, medicamentos... producen aumentos en la síntesis de lipoproteínas LDL  y por tanto de "colesterol malo".
  • Hipercolesterolemia familiar: defecto genético que provoca un fallo en la destrucción.

Existen también factores que predisponen, como la herencia familiar, consumo de tabaco, sexo masculino (las hormonas femeninas son protectoras), obesidad abdominal, diabetes, etc.

Tratamiento

Es interesante descartar que los niveles altos de colesterol no vengan derivados del consumo de algún medicamento que estemos tomando. Una vez descartado, lo primero será prestar una atención especial a la alimentación y al estilo de vida, y tener en cuenta varios consejos:

  • Es importante consumir preferentemente alimentos de origen vegetal en lugar de los de origen animal, que son los que contienen colesterol, esencialmente huevos, sesos, hígado, riñones y mariscos.
  • Reducir el consumo de grasas de origen animal (mantequilla, tocino, manteca, etc.) y bollería industrial y sustituirlas por aceite de oliva o de semillas como maíz o girasol.
  • Aumentar el consumo de de pescado (a ser posible 2 o 3 veces por semana), preferentemente pescado azul (salmón, caballa, sardina, etc.).
  • Limitar el consumo de queso, sobre todo curado y fermentado. No es aconsejable consumirlo más de 2 veces a la semana. Si se toma mucha leche, consumirla parcial o totalmente desnatada.
  • Limitar el número de comidas a base de carne, embutidos y derivados.
  • Compensar la reducción de carne aumentando el consumo de legumbres de elevado contenido proteico (judías, guisantes, garbanzos, habas, lentejas).
  • Consumir alimentos ricos en fibra, vitaminas y minerales que disminuyen la absorción de las grasas a nivel intestinal.
  • Comer preferentemente en casa. De esta manera, es más fácil controlar las grasas y elegir la preparación más idónea. Preparar la carne a la parrilla o a la plancha y las verduras cocidas. En cualquier caso, reducir el consumo de asados y fritos.
  • Si no hay sobrepeso, no es necesario limitar el consumo de pan, pastas y féculas. Tampoco es necesario suprimir azúcares, café o vino si se toman moderadamente.
  • Perder peso si existe un exceso, pues se asocia a tasas elevadas de colesterol total.
  • Realizar ejercicio suave de forma regular, ya que además de ayudarnos a controlar el peso ayuda también al aumento del colesterol bueno "HDL".
  • El alcohol y el tabaco, aumentan el riesgo cardiovascular, luego debe limitarse o evitar su consumo.

Tenemos que recordar que los expertos recomiendan una ingesta mínima al día de 300 mg de colesterol al día (2 huevos tienen 200 mg), luego se limita el consumo de ciertos alimentos pero no se prohíben.

Ácidos grasos omega 3

La dieta mediterránea, rica en vegetales, pescado y aceite de oliva, cuya composición con alto contenido de ácido oleico, que participa en la formación de ácidos grasos omega 3, a lo largo de la historia ha proporcionado protección frente al desarrollo de numerosas enfermedades, entre ellas la hipercolesterolemia.

Los pescados, sobre todo los azules, constituyen la fuente más importante de ácidos grasos omega 3, -EPA y DHA- y los aceites vegetales son fuente grasas insaturadas, como el ácido o-linolénico. La forma de asegurarnos un aporte suficiente consiste en ingerir al menos 2 veces por semana pescado. No todos los pecados son igual de ricos pero tomados de forma regular pueden aportar cantidades suficientes. El pescado aporta además proteínas de alto valor biológico lo que refuerza la necesidad de su ingesta.

Esta ingesta puede complementarse bajo la supervisión del profesional sanitario con complementos alimenticios a base de aceites de pescado o de fracciones de estos ácidos grasos. En concreto, los expertos afirman que ingestas suplementarias diarias de EPA y DHA superiores a 5g no incrementan el riesgo de efectos adversos.

En la población europea, los niveles observados de ingesta de estas sustancias procedentes tanto de alimentos como de complementos alimenticios son, por lo general, significativamente inferiores a 5 g por día, luego podemos consumirlos con seguridad.

El consenso actual determina que los omega 3 formen parte de una dieta variada, equilibrada y unos hábitos de vida saludables. No son los alimentos aislados ni sus ingredientes  los que mejoran nuestra salud, es el conjunto de nuestro estilo vida.