Combatir las lombrices

La irritación y el picor de la zona del ano, sobre todo por la noche, es el síntoma más frecuente.

Enterobius vermicularis, oxiuro o simplemente lombriz. Seguro que al menos ha oído hablar alguna vez de un parásito que siente una predilección especial por el ser humano, de hecho es su único huésped, y que se mueve como 'pez en el agua' entre los niños. Por suerte, no provoca daños importantes y causa más problemas sociales que médicos en los niños que lo padecen y en sus familias. Si se ha hecho un hueco en su hogar, póngase en manos de su pediatra o su médico de familia. Aunque es un problema menor, merece la mejor atención.

¿Qué son y dónde habitan?

Las lombrices son pequeños hilos blancos de 0,5-1 centímetro de longitud que viven en el intestino. Cuando cae la noche, se desplazan hasta los márgenes del ano y sus proximidades para que las hembras depositen allí los huevos. Como la cubierta de los huevos es pegajosa, la irritación y el picor no se hacen esperar y el niño siente un irrefrenable deseo de rascarse, lo que permite a los huevos llegar a las manos y a las uñas del pequeño, abriendo las puertas a futuros contagios.

Y es que, no sólo el pequeño puede tragárselos si se lleva las manos a la boca, iniciando de nuevo todo el ciclo, sino que una vez en las manos pueden llegar a otros niños. Y es que pasan de mano a mano al compartir juguetes, ropa, baño e incluso al sacudir las sabanas. Además, como son muy ligeros y flotan en el aire, también pueden inhalarse.

El resultado es que, con relativa facilidad, se adueñan de las casas, sobre todo de dormitorios y baños, y contaminan objetos, alimentos, agua y piscinas. Durante las dos o tres semanas que suele durar la invasión tienen a su alcance no solo a los pequeños de la casa y a sus compañeros de juego, sino a todos los que en ella habitan.

Síntomas

La irritación y el picor de la zona del ano, sobre todo por la noche, es el síntoma más frecuente. Con su aparición puede que la calidad del sueño merme porque, por ejemplo, el pequeño tenga problemas para dormir, se despierte muchas veces, tenga pesadillas, esté irritable e incluso viva episodios de sonambulismo. Irritación en los genitales y en las niñas incluso un poco de flujo son otros posibles síntomas.

Pero no espere reacciones inmediatas al contagio. Los síntomas no dan la cara nada más que el pequeño se haya contagiado, sino que hasta dos o cuatro semanas después no se dará cuenta de ello.

¿Cómo se diagnostican?

Si su pequeño se queja de picor en el ano usted mismo puede saber si se trata o no de lombrices. Dos o tres horas después de que el niño se haya dormido examine el ano en su busca; puede que las vea con claridad. Otra opción para descubrirlas es el Test de Graham.

Para ello sólo necesita una cinta adhesiva transparente que pondrá sobre la piel de alrededor del ano a primera hora de la mañana y antes de lavarse durante tres días consecutivos. Los profesionales sanitarios, valiéndose de un microscopio, podrán saber si en la cinta hay o no huevos y confirmar así el diagnóstico.

¿Cómo se trata?

El tratamiento es simple y eficaz, pero como no es capaz de destruir los huevos hay que repetirlo a los quince días para acabar con las lombrices que hayan brotado de ellos en ese tiempo. Y aunque no tengan molestias, es conveniente que todos los miembros de la familia lo tomen.

Si a pesar de todo, las lombrices aparecen de nuevo, no crea que el tratamiento no ha merecido la pena. Lo más probable es que se trate de una reinfestación, es decir, de una nueva invasión.

FUENTES: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria y Guía Práctica de la Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.