Mente ‘sana’ en cuerpo ‘operado’

Antes de someterte a una operación de cirugía estética, ponte en manos de un psicólogo

El verano es la estación preferida para ponerse en manos del 'bisturí'. Tener complejos, querer verse guapo o tener un ideal de belleza son los principales motivos que llevan a las personas a querer cambiar su aspecto.

El problema radica cuando el complejo se trasforma en un pensamiento obsesivo y se pierde la objetividad, cuando este es simplemente la punta de iceberg de un rechazo inconsciente a la propia persona tras el que se esconden sentimientos de culpa o traumas no superados, cuando querer verse más guapo no tiene límite y siempre hay detalles que molestan e impiden ser felices o cuando se persigue el ideal de belleza renunciando a uno mismo. En estos casos "la operación de cirugía no arregla, a largo plazo, la problemática del paciente, sino que es la solución de superficie", explica Amaya Terrón, psicóloga y fundadora de Psicología Amaya Terrón.

Valorar el estado psicológico

Cuando se trata de un complejo puntual en una persona con la autoestima alta o una mejora en su aspecto, la cirugía bien planeada con los profesionales y los medios adecuados no tiene por qué tener consecuencias negativas ni se desaconseja, de hecho suelen tener un impacto positivo en la vida de las personas. Otras veces, no tan agradables, ocurre que el resultado final dista mucho de lo esperado y surgen verdaderas frustraciones a raíz de las operaciones.

Por ello, no es baladí que este tipo de operaciones esté indicada en personas sanas desde el punto de vista psicológico y físico, que hayan madurado debidamente los riesgos de la operación, las expectativas que albergan en los resultados y los verdaderos motivos que les lleva a someter su cuerpo a un cambio, en muchas ocasiones radical. De hecho, hay dos preguntas importantes que han de saber contestar: "¿lo hago por mi o por otras personas?, ¿me siento presionado o soy libre en la elección?"

Tampoco es baladí el hecho de que psicólogos recomienden una valoración psicológica de todas las personas que vayan a poner su aspecto en manos del 'bisturí' antes de entrar en quirófano y así indagar y descubrir los verdaderos motivos que les empujan al cambio y prepararse para una operación de este tipo.

Una terapia psicológica puede ayudar a la persona a aceptarse mejor a sí misma, a tomar sus propias decisiones desde la libertad y sin las ideas tóxicas que le presionan y a ser consciente de que con la operación va a mejorar su aspecto, no a cambiar sus circunstancias cambiando su cuerpo. No en vano, un problema que se esconde detrás de la intención de someterse a una operación de cirugía estética es la aceptación social. Es decir, existen personas que creen que al tener un estándar de cuerpo o aspecto físico van a ser aceptados y/o queridos socialmente. Una búsqueda desesperada externa de aprobación que condiciona sus decisiones y que difícilmente se corrige con bisturí.

Otros casos no recomendados

La baja autoestima es otra de las razones que se ocultan detrás del deseo de cambio de aspecto. Y es que, una autoestima que se base o dependa de factores externos de forma exclusiva no es una autoestima sana desde el punto de vista psicológico y debe ser revisada antes de someterse a una cirugía estética.

Otras razones tóxicas son complejos 'sobredimensionados' que atormentan a la persona. Como pensamientos distorsionados pocas veces tienen que ver con la realidad y es la propia persona la que ha exagerado ese complejo y le ha dado una importancia superior a la debida. Es más, hay quien padece dismorfofobia, una creencia obsesiva o una preocupación personal exagerada por poseer un defecto en el aspecto físico que es prácticamente imperceptible para los demás. Estas personas pueden llegar a describirse a sí mismas como "deformes" o "monstruosas", cuando en realidad su aspecto es normal.

Por último, cuando un adolescente quiere someterse a un cambio estético hay que tener especial cuidado porque hay aspectos de su cuerpo que quizá no se hayan desarrollado lo suficiente y porque son más vulnerables a dejarse influenciar por modas y grupos de referencia. Por su juventud, no se dan cuentan de que el tiempo cambia las tendencias pero que su operación perdurará a la moda.

Si tu hijo te plantea esto escúchale, atiende su demanda y actúa como su aliado, sin juzgarle ni quitándole importancia, ofreciéndole tu confianza pero tomándote muy en serio sus motivos. Hay casos en los que la cirugía es la solución a un problema puntual pero también puede ocurrir que detrás de esta petición haya algo más que merezca ser atendido y que tras una operación quede encubierto.

Fuente: Psicología Amaya Terrón