Trastornos y alteraciones de la pigmentación de la piel

Las discromías son trastornos muy comunes que en algunos casos suponen sólo un importante problema estético

El color de la piel está determinado por la combinación de una serie de pigmentos con la coloración rosada que origina el paso de la sangre por los capilares que la irrigan. Si no existieran estos pigmentos, la piel tendría un color pálido, blanco-rosado, debido a la hemoglobina de la sangre. El pigmento que en mayor medida influye en la coloración de la piel es la melanina, responsable de las diferentes características raciales e individuales de la población.

La melanina, pigmento de color pardo oscuro, se genera en los melanocitos, células distribuidas por la epidermis, que es la capa más superficial de la piel. Dentro de los melanocitos, la melanina se sintetiza dentro de unas estructuras llamadas melanosomas. El número de melanocitos es constante en cada raza, luego las diferencias de color entre los individuos se deberán al número, tamaño y distribución de los melanosomas que contienen.

Uno de los problemas más frecuentes de la piel son las discromías, alteraciones que se producen en el color normal, tanto por exceso –hipercromías o hiperpigmentación- como por defecto –hipocromías o hipopigmentación-.

Las discromías son trastornos muy comunes en la población, algunos suponen exclusivamente un problema estético, pero en ocasiones pueden ser señal de alguna patología interna. Incluso en el caso ser un problema estético puede tener una gran importancia, por el efecto psicológico negativo que puede llegar a producir en el paciente.

Las causas que originan las discromías son variadas y pueden ir desde un exceso en la exposición al sol de forma poco segura, hasta alteraciones endocrinas, genéticas, nutricionales, metabólicas o manifestaciones externas de diversas patologías.

Hipopigmentación o hipocromías

Se deben a un déficit en la producción de melanina, bien de forma generalizada por toda la superficie corporal, bien localizada en algún punto concreto.

Las causas pueden ser variadas, pero las más comunes son: hereditarias, genéticas, por toma o aplicación de medicamentos, quemaduras, infecciones (víricas, por hongos, etc.) o por causas desconocidas.

En todos los casos de falta de pigmentación, la protección frente al sol se debe cuidar con especial atención pues son pieles especialmente sensibles a las quemaduras. Por tanto los fotoprotectores no se usarán sólo como prevención sino que formarán parte de los tratamientos aplicados.

Existen gran variedad de hipocromías, pero la más frecuente y extendida es el vitíligo, de manera que nos centraremos en esta alteración. Su repercusión social es enorme ya que sobre todo en personas de piel oscura el contraste que genera entre zonas pigmentadas y no pigmentadas es muy grande.

Aunque puede darse a cualquier edad, el 50 por ciento de los casos se produce antes de los veinte años y el 25 por ciento antes de los ocho, luego es un trastorno de gran incidencia en la infancia y en la adolescencia. Suele estar muchas veces relacionado con alguna alteración emocional y un 30 por ciento de los pacientes tiene antecedentes familiares.

Se asocia con trastornos inmunes que destruyen o debilitan los melanocitos de manera que se ve disminuida o anulada la producción de melanina en esas zonas.

Las lesiones son manchas blancas que aparecen de forma separada y que al crecer se juntan unas a otras formando otras más grandes. El contorno de la mancha no siempre está bien definido. Las manchas comienzan en los nudillos, rodillas, codos, ojos, nariz y boca y se distribuyen de forma bilateral y simétrica.

La piel no puede sintetizar melanina en esas zonas y por tanto es incapaz de defenderse de las agresiones del sol o de otras fuentes de radiación ultravioleta. Si a esta situación le sumamos la alteración de la inmunidad el peligro es mayor. Por tanto, es imprescindible la aplicación de protectores solares de muy alta protección, 50 ó 50+ varias veces al día, sobre todo en la época estival.

Otro factor no despreciable es la trascendencia estética que supone. Puede ocasionar un gran daño psicológico sobre todo en adolescentes y jóvenes. Para mitigar este efecto son interesantes las aplicaciones de cosméticos que igualan el tono de las zonas afectadas con el del resto de la piel.

En relación a su tratamiento, no se conoce una solución definitiva, pero junto a diversas soluciones cosméticas y a la aplicación de protectores solares de muy alta protección se pueden aplicar algunos tratamientos farmacológicos que aunque  no sean efectivos totalmente pueden mejorar el estado psicológico del individuo, que así no asume la enfermedad como algo incurable.

 

En cuanto a los tratamientos cosméticos, se obtienen buenos resultados tras la aplicación de autobronceadores o bronceadores sin sol con los que se puede conseguir mayor uniformidad entre las zonas coloreadas y las manchas. Otra solución también cosmética consiste en aplicar en las manchas maquillajes de camuflaje.

El uso de estos productos no exime la aplicación de fotoprotectores, pues suelen ser cosméticos sin filtros solares y la piel está desprotegida.

También existe la posibilidad de tratamientos farmacológicos y/o quirúrgicos. En estos casos el tratamiento es individualizado y por norma general más eficaz en niños. Se aplican desde fármacos fotosensibles (psoralenos) combinados con rayos UVA, corticosteroides tópicos, derivados de la vitamina D, fenilalanina, hasta tratamientos quirúrgicos (se retira la piel afectada y se injerta piel sana).  El consejo de un profesional sanitario debe estar siempre detrás de la aplicación de estos tratamientos.

Hiperpigmentación o hipercromías

En este apartado se incluye una serie de trastornos caracterizados, bien por el aumento de la producción de melanina, bien por un incremento en la cantidad de melanocitos o de melanosomas que originan manchas oscuras en la piel.

Las causas más comunes de hiperpigmentación son: antecedentes de inflamación de la piel, uso de ciertos medicamentos, enfermedades endocrinas como la enfermedad de Addison, hemocromatosis (sobrecarga de hierro) y exposición al sol.

Las hiperpigmentaciones más frecuentes están relacionadas con la exposición al sol y en ellas nos centraremos. Los más comunes son las efélides o pecas, los lentigos solares y el melasma o cloasma. Todas se caracterizan por la aparición de manchas oscuras debidas a una hiperfunción de los melanocitos estimulados por la tirosinasa, un enzima responsable de la síntesis de melanina. El tratamiento suele reducirse a la eliminación de la melanina ya formada y al bloqueo de la tirosinasa para que no forme más, además de la renovación del estrato córneo de la epidermis para eliminar las células muertas hiperpigmentadas (exfoliación).

Las pecas son manchas muy pequeñas propias de personas de piel clara que suelen aumentar de tamaño y se oscurecen en verano.

Los lentigos solares tienen bordes irregulares y aparecen en manos, espalda, tronco y en personas con alopecia, también en el cuero cabelludo. Se dan sobre todo en pieles seniles aunque cada vez se originan con más frecuencia a edades tempranas.

Por su parte, el melasma es característico de mujeres y afecta al 60-70 por ciento de las embarazadas. Aparecen manchas pardas, poco visibles al principio, en la zona superior del labio, frente y pómulos pero puede extenderse al resto del rostro. Los tratamientos anticonceptivos suelen empeorar el problema.

Existen principios activos e ingredientes cosméticos despigmentantes que son eficaces pero deben complementarse con una muy alta protección frente a la luz solar y la radiación ultravioleta, ya que son manchas cuya aparición y progresión depende de estas radiaciones. Los tratamientos deben estar siempre seguidos y supervisados por un profesional sanitario cualificado.