¿Nos preocupa la talla de nuestros hijos?

Se estima que uno de cada 10.000 niños puede presentar un déficit de la hormona de crecimiento (GH).

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Grupo de niños de diferentes alturas

La talla de los niños suele ser motivo de preocupación para los padres cuando no se encuentra dentro de los estándares establecidos para su edad, y esta preocupación tiene reflejo directo en la consulta. “Los problemas del crecimiento son una de las patologías más frecuentes en la clínica de endocrinología pediátrica. La altura es un problema cuando los niños ven diferencias con otros de su clase o con sus familiares y, generalmente, la talla baja no está muy bien admitida en la sociedad, sobre todo en niños”. Esta es una de las conclusiones del simposio satélite "Seguimiento de la talla baja: ¿Es la adherencia un factor a tener en cuenta?”, que ha celebrado la compañía de ciencia y tecnología Merck durante el 40º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP), que tiene lugar en Bilbao del 16 al 18 de mayo.

Se estima que uno de cada 10.000 niños puede presentar un déficit de la hormona de crecimiento (GH), un trastorno metabólico en el que influyen factores como la alimentación, enfermedades físicas e, incluso, alteraciones sociales. En este sentido, la Dra. María Dolores Rodríguez Arnao, jefe de la Unidad de Endocrinología Pediátrica en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, ha explicado que las causas pueden ser múltiples: “La más frecuente es que, generacionalmente, bien por talla familiar o bien por población en concreto, la genética limita la talla a ciertos niveles. No es lo mismo ser de padres de Suecia, que tienen una sociedad del bienestar desde hace mucho tiempo con tallas altas, a ser de una población nativa con deficiencias nutricionales en las que la talla está disminuida”.

En la actualidad, no solo disponemos de información para diagnosticar la enfermedad, sino que también contamos con recursos para tratarla. En este contexto, la doctora Rodríguez Arnao ha señalado que el cumplimiento de las dosis de tratamiento y la adherencia es un factor fundamental para que el tratamiento sea correcto y efectivo. De hecho, la falta de adherencia es considerada un problema a nivel internacional, tal y como afirma la doctora: “Hay muchos estudios a nivel internacional que estudian la adherencia a medicamentos de cualquier tipo de patología crónica, ya sea de forma oral o inyectable, como es el caso de la hormona del crecimiento, que se inyecta cada día de forma subcutánea. Sin duda, la no adherencia es un gravísimo problema en todas las enfermedades crónicas y, en este caso concreto, de los trastornos del crecimiento”.

Y es que la mayoría de los casos de no adherencia se experimentan en niños a partir de los 10 años, según ha indicado esta experta: “Generalmente son niños que en la adolescencia prometen a sus familias que ellos todas las noches se autoinyectan el tratamiento, pero, cuando volcamos la información de los dispositivos electrónicos, muchos tienen que reconocer que no se lo están inyectando”. La doctora también hace hincapié en que, generalmente, los problemas surgen durante la pubertad: “Los niños ya tienen una talla muy adecuada, han crecido bien después de años de tratamiento, tienen más salidas nocturnas, van con otros amigos, tienen excursiones fuera de su familia, y ahí es cuando los problemas de adherencia son más importantes”.

Para solucionar este problema, la doctora Rodríguez Arnao ha explicado que, a pesar de que hay varias maneras de comprobar la adherencia, la mayoría de ellas son subjetivas y no exactas. “Hoy por hoy la única forma de registrar de una manera objetiva la adherencia en la hormona del crecimiento es utilizando un dispositivo electrónico de medición. Con él, podemos ver electrónicamente cuál ha sido la adherencia, y una alarma nos avisa si faltan dos inyecciones, una inyección cada semana o como deseemos programarla”.

Asimismo, la doctora ha subrayado que un problema adicional que hay que tener en cuenta es que muchas veces el tratamiento es molesto, por lo que evitar su molestia es muy importante: “El dispositivo electrónico de autoinyección parece muy complejo, pero contamos con un buen equipo de enfermería que explica a la familia cómo manejarlo y está disponible para cualquier problema. Además, a los niños les genera menos ansiedad, porque parece un móvil de última generación, y no ven la aguja –la profundidad de la inyección se puede seleccionar desde los 4 hasta los 8 milímetros– al ponerlo sobre la superficie de la piel para inyectar, por lo que la molestia del tratamiento es mínima”.

Por último, la doctora Rodríguez Arnao ha subrayado la importancia de la detección precoz de esta patología: “La talla patológica no es un problema estético, sino un problema médico, y hay que intentar optimizarla, porque muchas veces la falta de talla adecuada indica que hay deficiencia en alguna de las hormonas o de los factores que se necesitan para crecer normalmente”.