Expertos alertan del peligro de las dietas milagro

Carecen de fundamento científico sobre su eficacia o seguridad, prometen resultados rápidos sin esfuerzo y excluyen o reducen la ingesta de algunos alimentos o grupos de éstos

Expertos en Endocrinología, Nutrición, Psicología y Ejercicio Físico de la Asociación Método por Intercambios han realizado un análisis que alerta del peligro de 14 dietas consideradas milagro por carecer de evidencia científica y promover una alimentación desequilibrada.

El análisis defiende la eficacia de la dieta mediterránea, porque, "además de ser sana y equilibrada, es la que mejor enseña a comer y cambiar los hábitos para que estos perduren en el tiempo, siempre bajo el seguimiento de un profesional sanitario, a diferencia de las otras", indica la doctora Clotilde Vázquez, jefa del Departamento Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid), y presidenta de la Asociación Método por Intercambios.

Ésta también ha incluido un analizador en su web –www.metodoporintercambios.com- para verificar si una dieta es correcta o puede poner en peligro la salud. En el grupo de las dietas milagro se encuentran, entre otras, la dieta Dukan, cetogénica, la disociada o la de la piña.

Esta especialista, señala que este tipo de planes de adelgazamiento se caracterizan por "carecer de fundamento científico sobre su eficacia o seguridad, prometer resultados rápidos sin esfuerzo y, entre otras cosas, excluir o reducir la ingesta de algunos alimentos o grupos de éstos".

Así, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria recomienda que la distribución de una dieta equilibrada sea del 50-55% de hidratos de carbono, 15-20% de proteínas y del 30-35% de grasa. El análisis tiene en cuenta cuatro criterios: la sostenibilidad, el equilibrio de nutrientes, la variedad de los mismos y la suplementación, e incluye un sistema de semáforo para graduar el peligro. La mayoría de las 14 dietas analizadas no cumplen ninguno de los criterios.

Las consecuencias que se pueden derivar de una ingesta desequilibrada de nutrientes son múltiples y "poco saludables", según la doctora Vázquez. Por un lado, la escasez de hidratos de carbono "provoca una pérdida de masa muscular y de líquido, pero no de grasa, que es el principal objetivo que debe perseguir una dieta, ya que su exceso conlleva numerosas enfermedades cardiovasculares", advierte. Esto, a su vez, da lugar al llamado efecto rebote, "con el que habrá una mayor tendencia a engordar y a recuperar el peso perdido", añade.

Además, las dietas que promueven disminuir el consumo de cereales, pasta, arroz, legumbres o pan y aumentar el de proteínas pueden originar el llamado estado de cetosis. "Es un trastorno metabólico que aparece cuando se han acabado las reservas energéticas en forma de hidratos de carbono, por lo que el organismo necesita utilizar las grasas para obtener energía. Esto conlleva efectos secundarios como mareos, náuseas o deshidratación si se prolonga mucho en el tiempo", afirma.  Por otro lado, puntualiza, un aporte de proteínas mayor del necesario puede generar problemas como "el aumento de la presión arterial, daño renal por sobrecarga proteica o acumulación excesiva de ácido úrico".

Dieta con todos los nutrientes

La exclusión de ciertos tipos de nutrientes "es uno de los principales motivos del fracaso y abandono de este tipo de dietas, ya que las prohibiciones y restricciones conllevan mucho sacrificio y favorecen el descontrol de impulsos y una sobreingesta por ansiedad", asegura la doctora Joima Panisello, vicepresidenta segunda de la Asociación Método por Intercambios.

Por eso los expertos de esta asociación promueven el método por intercambios, basado en la dieta mediterránea que incluye todos los grupos de alimentos y que ofrece al paciente la posibilidad de elegir qué comer en cada momento. "Este tipo de dieta tiene numerosos beneficios para la salud pues reduce los factores de riesgo cardiovascular y además enseña al paciente a llevar un estilo de vida saludable", añade.

Entre las recomendaciones de la dieta mediterránea, que debe acompañarse de ejercicio físico, se encuentran el consumir alimentos de origen vegetal en abundancia (verduras, frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos); pan y cereales procedentes de la pasta y el arroz, preferiblemente integrales; tomar a diario productos lácteos bajos en grasa; ingerir carne roja de forma moderada, pescado azul una o dos veces por semana y huevos tres o cuatro; agua como bebida principal.