Despertar la curiosidad

A lo largo del ciclo vital el cuerpo de las mujeres experimenta cambios. Y, como siempre que nos enfrentamos a un cambio sin la información previa adecuada, puede sentirse miedo o inseguridad. Tener una información certera, permite a las mujeres interpretar los cambios de su cuerpo de un modo más natural y, por tanto, vivirlos sin temor o sufrimiento. La psicóloga y sexóloga, Marta Loriente Durán, explica los cambios que pueden esperarse.

¿Qué cambios pueden esperarse con la edad a nivel genital-sexual?

  • Ciclos menstruales irregulares y, finalmente, su retirada.
  • Cambios en los genitales: la vagina se estrecha y se acorta, aparecen dificultades para la lubricación, se pierde elasticidad vaginal.
  • Posibles pérdidas leves. El suelo pélvico pierde el tono muscular, y pueden aparecer pérdidas leves al realizar esfuerzos durante las actividades diarias y/o durante las prácticas sexuales.
  • Posible pérdida de deseo sexual. Como consecuencia de los cambios anteriores, las prácticas eróticas realizadas hasta el momento pueden comenzar a resultar dolorosas, o incómodas (vergüenza). En cualquier caso, si el encuentro deja de ser placentero, es probable que el deseo sexual disminuya.

Podemos decir que, de todos los cambios mencionados, algunos tienen mayor visibilidad y aceptación social que otros. Concretamente, las pérdidas leves son un cambio del que no se suele hablar, aumentando la complejidad para abordarlo si, además, estás afectan a la calidad de la vida sexual.

Las pérdidas leves pueden afectar tanto a nivel físico, evitando algunas prácticas eróticas; como a nivel psicológico, llegando a sentir una importante disminución de seguridad en sí misma a través de sentimientos de vergüenza hacia los propios genitales, y miedo ante la posibilidad de sentirse rechazada.

Sin embargo, nos encontramos datos que demuestran que son muchas las mujeres que tienen que afrontar esta situación en su día a día. Según un estudio de 2009 realizado por la Dra. Montserrat Espuña con 1.292 mujeres españolas diagnosticadas de incontinencia urinaria, se vio que el 29,4% presentaba también pérdidas leves durante la práctica del coito.

Debido a la educación que han recibido muchas mujeres, es frecuente que hasta este momento la sexualidad y la erótica hayan estado asociadas a la reproducción y a la genitalidad, por tanto, a la práctica del coito (penetración vaginal). Debido a los cambios que puede experimentar el cuerpo, esta práctica puede comenzar a resultar molesta o dolorosa (dispareunia) debido a los cambios en la musculatura de las paredes de la vagina, o que genere pudor o vergüenza por las pérdidas leves. De este modo, al no obtener placer, al vivir el encuentro desde la tensión o la vergüenza, es normal que el deseo pueda verse afectado y disminuya. Algunas claves importantes que pueden tenerse en cuenta en este momento de la vida son, precisamente, explorar otras vías de placer: prácticas más globales, menos genitalizadas, que nos garanticen sensaciones agradables e íntimas. Explorar el cuerpo entero, descubrir la piel como la zona erógena más grande que tenemos, sin prisa, sin exigencia. Con actitud curiosa y permisiva.

Especialmente importante es también la comunicación con la pareja. Aunque pueda suponer un reto debido al pudor que puede generar la situación, es recomendable tener en cuenta que el apoyo que se recibirá a cambio será un punto importante para empezar a dejar a un lado los sentimientos de vergüenza y tensión.

Desligar la erótica de la exigencia de incluir necesariamente los juegos genitales, y vincularla a encuentros que engloben la totalidad de la anatomía, facilita que las mujeres aparten su atención de los sentimientos de pudor o vergüenza y, por tanto, se abandonen a las sensaciones de una manera más libre y plena.