¿Eliminar el alimento de la dieta o introducirlo poco a poco?

Los especialistas se debaten entre el procedimiento habitual y las nuevas técnicas para hacer frente a las alergias alimentarias en niños

Las alergias alimentarias se han hecho un hueco entre los problemas de interés pediátrico más relevantes de los países occidentales. No en vano, entre el 6 y el 8 por ciento de los menores de 10 años convive con ellas. Huevo, leche de vaca, pescado, legumbres y frutos secos son, por este orden, los alimentos que más casos de alergias tienen en su haber y la falta de madurez del sistema inmunológico y del aparato digestivo los posibles culpables de la predisposición de los niños a sufrir determinadas alergias. Precisamente para ayudar al organismo de los más pequeños de la casa a asimilar los alimentos, el Comité de Nutrición de la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica) recomienda que el bebé se alimente de leche materna de 4 a 6 meses y que las proteínas vacunas formen parte de su alimentación a partir de los 6 meses de vida, el huevo después de los 12 meses y el pescado y frutos secos por encima de los 36.

Exclusión

Una vez detectada la alergia el procedimiento habitual es poner en marcha un tratamiento basado en la eliminación estricta del alimento en la dieta y arranca la etapa de educación del niño y su entorno para evitar que el pequeño acabe comiendo el alimento que tanto daño le hace. Y todo con un objetivo claro: conseguir que con el paso de los años el niño acabe tolerándolo, ya que la evolución de la enfermedad apunta hacia la aparición de la tolerancia a medio y largo plazo

Acertar con el diagnóstico es clave, un error supondría someter al pequeño a restricciones dietéticas que pueden comprometer su nutrición, al igual que evitar el alimento. Pero a veces, esto último, no resulta tan sencillo: el 35 por ciento de los niños alérgicos han ingerido en algún momento y por accidente el alimento excluido. Y es que no sólo hay que evitar el alimento en cuestión sino también otros que contienen sus proteínas, aunque sean en mínimas cantidades.

A pesar de todos los esfuerzos, la constante evitación no produce, muchas veces, el resultado deseado. Tal y como apunta la doctora Ana Mª Plaza, coordinadora del grupo de trabajo de alergia a alimentos de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), "la reactividad puede persistir y existe el riesgo de reacción grave anafiláctica por pequeñas dosis inadvertidas en los alimentos".

Inducción

Recientemente han aparecido nuevas técnicas que buscan que el cuerpo acabe tolerando el alimento 'problemático' precisamente ingiriéndole. Se trata de los tratamientos de inducción de tolerancia específica. Como es lógico, se empieza con dosis muy bajas y se van aumentando poco a poco. Hoy en día se utiliza sobre todo con leche de vaca, pero también se emplea con éxito en las alergias a otros alimentos.

Precisamente, un grupo de alergólogos pediátricos pertenecientes a la SEICAP ha realizado un estudio que muestra que la introducción pautada de leche de vaca a edades tempranas permite desensibilizar a los pacientes, es decir evitar la reacción alérgica. El estudio fue realizado en los Servicios y Unidades de Alergología de once hospitales españoles con niños y niñas alérgicos de entre 24 y 36 meses de edad. En 9 de cada 10 niños su tolerancia a la leche de vaca se incrementó después de que la ingirieran de manera progresiva. La evitación del alimento, la terapia habitual, sólo obtuvo resultados en 1 de cada 10 niños. La principal novedad de esta investigación, según sus autores, no es sólo su alta eficacia sino que cuanto antes se realice, más eficaz resulta. Así, el éxito de esta pauta es mayor si se administra antes de los tres años de vida.

Al cole más seguros

El colegio es uno de los escenarios habituales de las reacciones que padecen los niños alérgicos a determinados alimentos. En concreto, tal y como señala la Asociación Española de Alérgicos a Alimentos y Látex (AEPNAA), dos de cada diez tienen lugar en él.  No en vano, es el lugar donde más tiempo pasan los pequeños y donde más difícil es controlar los alérgenos (sustancias que provocan una reacción alérgica). Por este motivo, los centros escolares deben saber no sólo que es una reacción alérgica a alimentos sino también "porqué se produce, cómo se detecta, cómo se evita y algo fundamental, cómo se actúa", afirma Carmen Panadero, representante de AEPNAA.

El problema es que, en la actualidad, ni el profesorado ni el personal de los centros educativos saben cómo actuar correctamente en estos casos, que pueden llegar a ser potencialmente graves. No en vano, "la gravedad de algunas de estas reacciones alérgicas puede afectar a todo el organismo, causando un proceso conocido como anafilaxia, que puede llegar a resultar mortal si el afectado no recibe tratamiento inmediato", explica la doctora Arantza Vega, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Por este motivo, AEPNAA y la SEAIC, con la colaboración de ALK Abelló, demandan, a través del lema Al cole más seguros, mayor formación e información en los centros educativos ante los casos graves de alergia con un objetivo claro: conseguir que todo el personal de los centros escolares sepa prevenir y reconocer una reacción alérgica e iniciar el tratamiento adecuado.

Situaciones de emergencia

Uno de los aspectos destacados es el entrenamiento en el uso de la medicación de emergencia. Cuando una reacción alérgica deriva en anafilaxia, lo único que la revierte es la adrenalina; un medicación que ha de administrarse por vía intramuscular y sin demora. Las nuevas plumas precargadas, más fáciles de usar gracias a su intuitivo diseño, facilitan esta tarea con máxima eficacia terapéutica y seguridad. Y basta con apoyarlas en la cara externa del muslo y presionar para ponerle freno a la reacción alérgica. La importancia de este gesto es tal que, tal y como recuerda la doctora Vega, "está demostrado que los casos de muerte por reacciones alérgicas a alimentos se asocian, entre otros factores, a un retraso en la administración de adrenalina. Por ello los pacientes diagnosticados, con riesgo de reacciones de anafilaxia, deben llevar consigo autoinyectables de adrenalina, con el fin de utilizarlos en caso de reacción".

Aunque las instrucciones sobre cuándo y cómo actuar ante una situación de riesgo vital ha de marcarlas por escrito el médico del niño, el procedimiento habitual es, en primer lugar, administrar la adrenalina autoinyectable, en segundo lugar, avisar a los servicios médicos de emergencia y, en tercer lugar, llamar a o los padres o tutores.