Entre el 2 y el 10 por ciento de los niños españoles sufre grave acoso escolar

Recibir buenos tratos en edades tempranas favorece el desarrollo socioafectivo sano y futuros aprendizajes

Tradicionalmente, al hablar de violencia en el ámbito escolar se hace referencia a hechos relacionados con robos, peleas, destrozos en el material o en las instalaciones. Sin embargo, existen también situaciones violentas menos explícitas y visibles y, por tanto, más difíciles de abordar y tratar. Son aquellas que tienen que ver con la violencia interpersonal.

Las situaciones de este tipo de violencia, que se agrupan bajo una gran variedad de denominaciones (intimidación, bullying, acoso, abuso, maltrato...), hacen referencia a una serie de conductas intencionadas e hirientes de unas y unos escolares hacia otros que tienen que ver con la tiranización y el hostigamiento. Se considera acoso escolar, por tanto, cuando se dan situaciones donde existe una víctima atacada por alguna persona o por algún grupo acosador, cuando existe un desequilibrio de poder entre víctima y agresores y si la acción se repite durante un tiempo prolongado.

"Entre el 2 y el 10 por ciento de los niños españoles se encuentran en la versión más grave de este tipo de casos, porcentaje que aumenta del 15 al 35 por ciento si hablamos de intimidaciones leves", comenta el doctor Jesús García Pérez, pediatra y miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). "Aún así –matiza el experto-  las investigaciones más recientes y la réplica de algunos estudios permiten afirmar que el panorama del acoso escolar en España ha mejorado, aunque todavía estamos lejos de erradicar el problema".

Personas implicadas

El fenómeno del maltrato entre iguales afecta a tres tipos de protagonistas: víctimas, agresoras o agresores y espectadoras o espectadores. "Las víctimas, aunque sus perfiles son muy variados, se puede decir que son, en general, personas pacíficas, con baja capacidad de respuesta, tímidas y vulnerables. También pueden ser estudiantes académicamente brillantes y hábiles en sus relaciones con las personas adultas y que provocan celos y envidias", indica el doctor García Pérez. "En un polo opuesto, -añade el especialista- están las víctimas provocativas que muestran comportamientos irritantes, impulsividad y propensión a atacar cuando se sienten atacadas".

Un dato muy relevante es que el 60 por ciento de los menores que acosan en el colegio cometen algún delito antes de los 24 años (perpetúan la violencia y la trasladan al trabajo o la familia).

Respecto a los agresores o agresoras, en palabras del doctor García Pérez, "son personas que, normalmente, no se sienten bien consigo mismas y por eso quieren controlar y dominar a las demás. Buscan un poder social y un reconocimiento que no pueden obtener de otra manera. Son frías emocionalmente, prepotentes, de temperamento impulsivo y, en ocasiones, violento; no tienen sentimientos de culpa y, posiblemente, fueron víctimas de violencia doméstica". "Pero, por otro lado, también pueden ser estudiantes populares y agradables ante las profesoras y profesores a los que adulan e, incluso, engañan (líderes en negativo)", añade el experto.

Los espectadores y espectadoras son las alumnas y alumnos que observan las situaciones de acoso y su papel puede ser primordial a la hora de resolver este tipo de hechos. Sus actitudes y comportamientos suelen ser bastante diferentes. "Si utilizan la ley del silencio están alimentando el fenómeno porque quienes agreden se sienten cada vez más fuertes e impunes, mientras las víctimas están cada vez más solas y aisladas. Por el contrario, si se ponen de parte de la víctima y muestran una actitud activa de rechazo pueden anular el acoso. Por eso, en cualquier estrategia preventiva es fundamental trabajar con estas personas", explica García Pérez.

Variables relacionadas con el acoso escolar

Se puede analizar la incidencia de algunas variables en el acoso escolar que aportan información para trabajar en el ámbito preventivo. Dichas variables son:

• Género. Hay una mayor incidencia de agresiones en los chicos. Éstos practican más la agresión física, mientras que las chicas manifiestan una agresividad de tipo psicológico. Las víctimas se reparten por igual entre chicos y chicas.

• Tipos de conducta. El acoso puede materializarse por medio de agresiones físicas (pegar, amenazar, romper cosas...), verbales (insultar, poner motes...), psicológicas (intimidar, provocar sensación de miedo...), sociales (impedir participar, ignorar...). El verbal es el más frecuente, seguido del físico y el social. El acoso sexual y la amenaza con armas tienen escasa incidencia.

• Lugar donde se produce. En Primaria, el lugar más frecuente es el patio; en Secundaria, en las aulas y pasillos.

• Edad. Se produce con mayor frecuencia entre los 10 y los 14 años y, aunque se constata que comienzan cada vez en edades más tempranas, estos problemas disminuyen con la edad.

Prevención y actuación

Algunas de las medidas que favorecen la prevención de este tipo de problemas son: convertir los centros educativos en lugares de convivencia, desarrollar programas de ayuda entre iguales, explorar la vía de las comunidades de aprendizaje como forma de educación compartida por toda la comunidad, practicar la colaboración y cooperación docente, participar en actividades de formación permanente y abrir cauces a la participación de las familias y de otras instituciones y asociaciones.

En cuanto a la familia, "pueden implicarse activamente en la educación de sus hijos porque es una responsabilidad compartida, participar en actividades escolares y extraescolares, proponer al centro la realización de proyectos y participar en los mismos, interesarse por los usos que hacen sus hijos e hijas de la televisión, Internet (redes sociales) y enseñarles a superar la frustración y aceptar los límites", comenta el especialista.

Aun así, en algunas ocasiones, a pesar de las actuaciones de carácter preventivo que puedan haberse llevado a cabo, es probable que en determinados casos se den episodios de maltrato. "Se trata de intervenir lo antes posible en situaciones todavía incipientes para evitar que se consoliden o prestar atención específica, interviniendo directamente con el alumnado y las familias implicadas, ofreciendo asesoramiento y apoyo técnico especializado", afirma el doctor García Pérez.