La sexualidad no tiene edad

No intente ponerle edad a la sexualidad. Forma parte de la esencia del ser humano, por lo que ha de vivirse con total naturalidad

Cuando hablamos de sexo, la edad sí importa. La sexualidad no se vive de la misma manera a los 20, que a los 40 y, mucho menos, a los 60. Pero no intente ponerle edad a la sexualidad. Forma parte de la esencia del ser humano, por lo que ha de vivirse con total naturalidad. Desde la más tierna infancia, los niños exploran su propio cuerpo y sienten una gran curiosidad por saber cómo es el de los demás. Los bebés se tocan los genitales sin pudor porque sienten placer. A medida que se van haciendo un poquito más mayores, la autoexploración y los juegos continúan, pero con el tiempo aprenden que es algo que deben hacer en privado, a escondidas de los mayores. Y es que la sexualidad, simplemente, se va transformando a lo largo de nuestra vida.

Adolescencia

La adolescencia es una tan maravillosa como conflictiva. El interés por el sexo llega a centrar la mayor parte de los pensamientos y de las conversaciones con los amigos. Hasta mediada esta etapa, la masturbación va a ser la principal actividad sexual de chicos y chicas; con ella se conocen mejor y sienten desahogo y placer.

Una de las mayores inquietudes de los adolescentes es cuándo comenzarán a mantener relaciones sexuales, especialmente el coito: ser o no ser virgen se perfila como una frontera que distingue a los 'pardillos' de los 'líderes', a las 'buenas chicas' de las 'lanzadas'... Por desgracia, todavía hoy se sigue midiendo por un rasero distinto a ellos y a ellas.

Estar o no a la altura, ceder a la presión del grupo, no sentirse marginado, entre otras tantas razones, pueden empujar al adolescente a 'estrenarse' en el sexo sin que sea un acto decidido libre, madura y responsablemente. De hecho, la edad a la que los chicos y las chicas españolas comienzan a tener relaciones sexuales con penetración es cada vez más precoz: la media se sitúa entre los 16 y los 17 años.

A menudo, la falta de madurez implica también irresponsabilidad a la hora de controlar la anticoncepción. Los adolescentes saben perfectamente que los embarazos se producen por relaciones sexuales sin protección, pero eso no impide que cada año 30.000 menores de 20 años se queden embarazadas sin desearlo en nuestro país. Por una parte, no saben bien cómo utilizar los métodos anticonceptivos; por otra, les surgen un sinfín de 'razones' para no emplearlos: encuentros esporádicos y muchas veces inesperados, consumo excesivo de alcohol, etc. Asimismo, muchas chicas se quedan embarazadas por ingenuidad (tienden a creer lo que les dicen sus parejas o las amigas), o porque no le piden a su compañero que utilice un preservativo.

Juventud

A medida que la adolescencia cede terreno a la juventud, el sexo imprevisto y apresurado, con o sin protección, va dejando paso a relaciones más estables y con los años los jóvenes son más conscientes de los riesgos que corren si mantienen relaciones sexuales de riesgo. Paradójicamente, esta estabilidad a veces se traduce en una apuesta mayor por la 'marcha atrás', tal vez porque los chicos tienen más control sobre la eyaculación, o porque ellas confían más en que se van a 'retirar a tiempo'.

A los 20 años, el sexo todavía es una prioridad, pero las cosas están más claras: se es más maduro, ya no se tiene la presión de la virginidad, pues lo normal es que ya se haya perdido, y se despierta el interés por los aspectos emocionales y afectivos de una relación. La masturbación continúa estando muy presente y, al parecer, es la principal fuente de orgasmos de las chicas: quizás todavía sus parejas tienen poca pericia o quizás ellas mismas sienten apuro de decir en la cama lo que desean.

Edad adulta

A partir de los 30 años se considera que comienza la plenitud de la vida sexual de una mujer. A esta edad, no sólo conoce ya su cuerpo, sino que también está más segura de sí misma, de sus necesidades y apetencias, y es más decidida para pedir a su pareja lo que desea. El temor a los embarazos no suele provocar tanta ansiedad como en edades previas. Por una parte, está muy familiarizada con la anticoncepción y, por otra, con esta edad un embarazo inesperado no tiene por qué ser un drama.

De los 40 en adelante, la frecuencia de las relaciones sexuales suele disminuir, pero no porque el interés por el sexo desaparezca, sino porque, normalmente, la rutina conyugal, el acomodamiento y los desencuentros de la pareja van adormeciendo el deseo por el otro. Además, suelen ser años de crianza de hijos y de cansancio, de poco tiempo libre y de cierta pereza sexual. Aún así los últimos estudios ponen sobre la mesa una realidad cuánto menos sorprendente: las mujeres de más de 40 años constituyen uno de los principales grupos de riesgo de embarazos no deseados. El porqué posiblemente resida en que como piensan que es difícil que puedan quedarse embarazadas, abandonan el uso de los anticonceptivos. De hecho, se estima que el 51 por ciento de las mujeres entre los 40 y los 50 años no utilizan ningún método anticonceptivo.

Menopausia

Dejar de ser fértil puede vivirse de diferentes maneras. Para algunas mujeres significa disfrutar de una sexualidad no amenazada por la posibilidad de un embarazo no deseado y librarse de la menstruación; para otras, puede ser un amargo recordatorio del paso del tiempo que les lleve a rehuir de las relaciones sexuales.

En el plano estrictamente físico, uno de los inconvenientes de la menopausia es que se puede dar una menor lubricación vaginal y, en consecuencia, que las relaciones sexuales se hagan molestas o dolorosas. Para paliar esta sequedad son muy útiles los lubricantes vaginales que, además, pueden incorporarse a los juegos de la pareja.

Madurez

La sexualidad en las personas mayores o en los ancianos está rodeada de falsas creencias que perpetúan la idea de que el sexo en la tercera edad es innecesario, anómalo, desaconsejable o anecdótico. Nada más lejos de la realidad: el 85 por ciento de los mayores de 60 años continúan disfrutando del sexo. Y es que mientras se goce de un buen estado de salud, no hay razón alguna para que desaparezca el interés por el sexo y las prácticas sexuales.

Es muy importante aceptar el paso del tiempo. Quienes sigan anclados a un modelo juvenil o adolescente de la sexualidad serán quienes peor vivan esta etapa, pues no aceptan los cambios y los problemas que la edad trae consigo.

Fuente: No más dudas (www.nomasdudas.es)