Pérdida de peso: implicaciones en la salud

La desnutrición puede darse a cualquier edad, pero en nuestra sociedad es más frecuente en niños, embarazadas y ancianos

En nuestra sociedad la obesidad está considerada como la gran epidemia del siglo XXI y, cuando se habla de desnutrición, inmediatamente nuestra mente se dirige a una situación propia de los países en vías de desarrollo o del tercer mundo.

Pero recientemente, y debido a la aparición de la crisis económica, los medios de comunicación empiezan a hablar de desnutrición en nuestro medio y principalmente en los niños. Ante esta situación pueden surgirnos varias preguntas: ¿qué diferencia hay entre malnutrición y desnutrición?, ¿es perjudicial perder peso?, ¿qué consecuencias y peligros tiene la desnutrición para nuestra salud?, ¿cómo podemos evitarla?

La malnutrición es un cuadro clínico originado por un desequilibrio entre la ingesta y/o aprovechamiento de nutrientes y las necesidades nutricionales del individuo. Existen 2 tipos de malnutrición: 1) por exceso, cuando la ingesta es superior a las necesidades de la persona, es el caso de la obesidad y 2) por defecto cuando la ingesta es inferior a las necesidades, conocida como desnutrición.

La desnutrición también puede aparecer cuando la alimentación que se sigue no contiene el equilibrio adecuado de nutrientes, por ejemplo en personas  que sigan una  dieta alta en calorías pero deficiente en vitaminas y minerales. Así, estar malnutrido no siempre significa que la persona es delgada o con bajo peso.

El síntoma más común de la desnutrición es la pérdida involuntaria de peso y su importancia radica en sus consecuencias, pudiendo conducir incluso a  la muerte.

Mayor riesgo

La desnutrición puede darse a cualquier edad, pero en nuestra sociedad es más frecuente entre los niños, mujeres embarazadas y en los ancianos. Las personas con mayor riesgo de presentarla son los mayores de 65 años, especialmente si viven en residencias, las personas que padecen enfermedades crónicas (hipertensión arterial, cardiopatías, fractura de cadera, trastornos de la glucosa, depresión...) y a las personas sin hogar y con bajos ingresos que pueden tener dificultades para adquirir comida.

En los mayores de 65 años la desnutrición afecta a aproximadamente un 4% de la población y un 22-25% está en riesgo de padecerla. El riesgo es mayor en mujeres que en hombres, en los más ancianos y en los que viven en residencias o ingresan en un hospital, que puede llegar a ser del 50-60%.

El síntoma más común de la desnutrición es la pérdida de peso. Así, quienes pierden hasta el 10% de su peso corporal en 3 meses sin hacer dieta se consideran desnutridos. Puede haber otros síntomas como fatiga, falta de energía, falta de fuerza, dificultad respiratoria, anemia, cambios de la piel, caída del cabello, uñas quebradizas, irritabilidad, dificultad para concentrarse, etc. y en los niños retraso del crecimiento y problemas en la escolarización.

Varios factores son los que conducen a la aparición de la desnutrición y se pueden agrupar en 3 grupos:

1) Ingesta insuficiente de energía y nutrientes, en definitiva de alimentos.

2) Aumento de necesidades nutricionales, como es el caso de las enfermedades crónicas (EPOC, fracturas, cardiopatías...) el cáncer, niños y mujeres embarazadas que necesitan mayor cantidad de nutrientes.

3) La pérdida de nutrientes como en casos de diarreas crónicas. Estos factores suelen combinarse entre sí.

Mención aparte merecen las personas mayores. El envejecimiento viene asociado a una serie de cambios de nuestro organismo: disminución de las necesidades físicas por lo que hay una tendencia a comer menos; pérdida de dientes, lo que dificulta la masticación; pérdida de los sentidos, dificultad para notar los distintos sabores de los alimentos; dificultad para absorber los nutrientes por el sistema digestivo e, incluso, la dificultad para andar o realizar las actividades de la vida diaria motivada por la aparición de la artrosis pueden dificultar ir a comprar la comida o prepararla.

Consecuencias

Las consecuencias de la desnutrición son múltiples y afectan tanto a la capacidad para trabajar y la calidad de vida como a los distintos sistemas de nuestro cuerpo. Se afecta la función inmune favoreciendo la aparición de infecciones; se altera la  función de los distintos órganos apareciendo mayor dificultad para respirar, mayor cansancio para realizar las distintas actividades de la vida, inmovilismo..., se retrasa la curación de heridas y pueden aparecer úlceras; puede aparecer confusión, irritabilidad y falta de concentración y en los niños retraso del crecimiento, entre otros. Todos estos síntomas empiezan a aparecer cuando la pérdida de peso es superior al 10%.

El diagnóstico de la desnutrición es clínico, marcado por la pérdida de peso, pero han de tenerse en cuenta otros síntomas y signos como la pérdida de apetito, la mayor dificultad para realizar las cosas sin ningún motivo aparente y la ingesta de medicamentos que pueden interferir con la absorción, metabolismo y excreción de distintos nutrientes. Una persona que come menos y pierde peso de forma involuntaria tendría que consultar al profesional sanitario para averiguar las causas y poner solución.

¿Cómo se trata la desnutrición?

En primer lugar se ha de buscar la causa y tratarla pero principalmente se ha de aumentar la dieta de las personas desnutridas. En el caso de aquellos que pueden comer normalmente, el profesional sanitario aconsejará una dieta equilibrada para permitir la ganancia de peso, enriqueciéndola en nutrientes para que con el mismo volumen se aporte más energía y proteínas. Se pueden realizar cinco o seis comidas a lo largo del día, con poco volumen pero muy ricas en nutrientes, por ejemplo a un puré de verduras se le puede añadir una clara de huevo cocida.

Si la persona no puede comer normalmente o la falta de apetito es tan importante se pueden usar suplementos líquidos, en polvo o barritas ricas en energía y/o proteínas y/o micronutrientes adaptando su composición a las necesidades, alimentación y actividad diaria del individuo y siempre bajo control del profesional sanitario para conseguir revertir esa pérdida de peso y la aparición de desnutrición.

Ahora bien, lo más importante para evitar la desnutrición es seguir y mantener una alimentación correcta, equilibrada, variada y agradable.

Bibliografia: Libro blanco de la nutrición en España. Fundación española de la nutrición. Lesinger SL 2013