Cuando los huesos se vuelven vulnerables

Cerca de tres millones de personas en España padecen osteoporosis, la mayoría mujeres

De ellos, los huesos, se dice que son el andamio del cuerpo, lo que sin duda es una buena definición. Resumiendo mucho, podemos decir también que entre sus múltiples e importantes funciones está la de servir de soporte a nuestro peso corporal y proteger a nuestros órganos. En su composición se encuentran minerales como sodio, fósforo, magnesio y calcio, lo que les confiere la dureza y resistencia que les son características, además de necesarias para que cumpla dichas funciones.

Sin embargo, tienen un talón de Aquiles que los hace frágiles y vulnerables: la osteoporosis, un trastorno que, según datos de la Asociación Española Contra la Osteoporosis (AECOS)  padecen en nuestro país cerca de tres millones de personas, la mayoría mujeres, un 30 por ciento de las cuales la sufre después de la menopausia, ya que hasta ese momento los estrógenos actuaban como elemento protector de los huesos. En los varones se hace sentir a partir de los sesenta o setenta años.

Es una enfermedad que de forma silente parece devorar o carcomer el tejido óseo –el hueso se vuelve poroso, más esponjoso y más frágil–; inicialmente no presenta síntomas, es progresiva con la edad y se ceba principalmente en vértebras, muñeca o antebrazo y caderas. Éstas últimas están consideradas como las fracturas de mayor gravedad, toda vez que su tratamiento pasa necesariamente por el quirófano.

Ausencia de síntomas

Las primeras etapas de la enfermedad se caracterizan por ausencia de síntomas, los cuales hacen acto de presencia cuando ésta se encuentra ya en una fase muy avanzada. Fundamentalmente se manifiesta en forma de limitación funcional por dolor o sensibilidad ósea, fracturas sin que medien algún golpe o traumatismo severos, lumbago por fracturas de los huesos de la columna y consecuentemente dolor de cuello, posturas encorvadas que denotan una deformidad del tronco, así como una reducción de la estatura.

En ocasiones este cuadro conlleva pérdida de autoestima y trastornos psicológicos. Si bien los ancianos componen la población más afectada, nadie está libre de padecer osteoporosis, máxime existiendo numerosos factores de riesgo que predisponen a desarrollarla.

Factores de riesgo

  • El factor hereditario. A veces, la fragilidad por pérdida de masa ósea se transmite de padres a hijos.
  • La raza blanca parece ser más susceptible de padecer osteoporosis.
  • La menopausia: la disminución de los niveles de estrógenos que este proceso conlleva, tiene su contrapartida en una disminución de la testosterona en los hombres.
  • La constitución corporal (cuerpo muy delgado).
  • La aparición temprana de la menopausia (antes de los 45 años), la pérdida de la menstruación después de una cirugía que suponga la extirpación de los dos ovarios.
  • La edad. Las personas mayores son las principales víctimas de la osteoporosis.
  • Las dietas pobres en calcio y en vitamina D.
  • Determinados medicamentos como cortisona, antiepilépticos u hormonas tiroideas.
  • Abusar del consumo de alcohol, tabaco o café.
  • Permanencia demasiado prolongada en la cama.

Una buena defensa frente a la osteoporosis es la realización de un diagnóstico precoz.

Una buena defensa frente a la osteoporosis es la realización de un diagnóstico precoz.

Prevención

Dado que la osteoporosis no presenta una sintomatología concreta hasta que se produce una fractura, la primera medida preventiva es ver si se pertenece a uno de los grupos de riesgo anteriormente citados, en cuyo caso lo razonable es acudir inmediatamente al médico, ya que una buena defensa es la realización de un diagnóstico precoz de la enfermedad.

Un estudio multicéntrico realizado en 600 pacientes mayores de 50 años ingresados en Unidades de Medicina Interna de seis hospitales malagueños, puso de manifiesto la alta prevalencia de fracturas vertebrales asintomáticas no diagnosticadas. De este estudio se desprende que el riesgo de sufrir una segunda fractura de cadera y vertebral es mayor en personas que, tras haber sufrido una fractura vertebral asintomática, no se han tratado. Hay que tener en cuenta, asimismo, que los medicamentos que se emplean para tratar la osteoporosis pueden ayudar a prevenir fracturas futuras, pero si el aplastamiento vertebral ya se ha presentado no se puede neutralizar.

El diagnóstico de osteoporosis suele implicar pruebas tales como una densitometría, radiografías de la columna vertebral o de la cadera, exámenes de sangre y orina, etc., especialmente si se sospecha que la pérdida de masa ósea no es fruto de la edad, sino de alguna afección patológica. El médico indagará de paso, entre otros parámetros, qué estilo de vida lleva el paciente, si hay enfermedades asociadas y qué tipo de fármacos consume, de ahí que las medidas preventivas deben ser supervisadas por un especialista.

La densitometría ósea es una técnica de exploración indolora, no invasiva, que mediante la aplicación de bajas dosis de rayos X permite valorar la resistencia de los huesos y consecuentemente, evaluar el riesgo de fractura. También permite valorar, una vez aplicado un tratamiento, cómo está funcionando un medicamento prescrito. Sin embargo, no está indicado realizarla de manera indiscriminada, por lo que el médico habrá de sopesar si las características del paciente hacen aconsejable su aplicación.

Calcio y vitaminas

Para que los huesos se mantengan fuertes y saludables, el organismo necesita suficiente cantidad de calcio. La ingesta de calcio, en especial durante el periodo de crecimiento, resulta esencial para asegurar la mayor cantidad posible de masa ósea y de la mejor calidad. Pero el calcio (preferiblemente lácteos desnatados) no es suficiente para conseguir unos huesos fuertes y debe ir acompañado de otros nutrientes como las vitaminas A, D y K y minerales como el fósforo, el potasio o el magnesio que se encuentran en los alimentos que componen una dieta equilibrada. Ciertos alimentos, además de los lácteos, actúan como auténticos protectores óseos, entre ellos, el huevo, el pescado azul, los frutos secos, las legumbres, las frutas y las verduras de hoja verde.

Además, para el óptimo aprovechamiento del calcio son esenciales las vitaminas D y K, sin las cuales el calcio no puede depositarse en los huesos. Cuanto más eficaz sea el proceso de fijación del calcio en los huesos mayor será su densidad y, por lo tanto, mayor su dureza y resistencia y su estado a la hora de afrontar posibles problemas osteoporóticos en edades avanzadas.

La vitamina D se sintetiza a través del efecto del sol sobre el organismo y por ello se recomienda permanecer de 10 a 15 minutos diarios al aire libre, preferiblemente, fuera de las horas de máxima radiación solar, de 10 de la mañana a 2 de la tarde, en las que la radiación solar es más dañina.

Recientes estudios revelan la importancia de un tipo de vitamina K, la K2, por su acción especialmente beneficiosa en la mantenimiento de una estructura ósea sana y para la prevención de la osteoporosis.