Los años y la carretera

Especial cuidado han de tener las personas mayores que conducen, pues el calor, la oscuridad, el mal tiempo, los viajes largos, el agotamiento, los medicamentos y la propia patología por la que se medica pueden disminuir los reflejos o la capacidad visual y traer consigo estados de confusión y aturdimiento, somnolencia, espasmos, calambres, etc.

No debe olvidarse que la edad avanzada -mayores de 65 años- altera básicamente la vista, el oído y la motricidad, afectando la capacidad para la conducción, aunque estadísticamente los conductores mayores presentan una menor siniestralidad que otros grupos de edad.

Los fármacos más implicados en una conducción negativa son los antihipertensivos, neurolépticos, antidiabéticos, ansiolíticos y anticolinérgicos; aumentan el riesgo de accidente las benzodiopecinas, los antidepresivos y las insulinas.

En conductores ancianos es recomendable:

  • No conducir de noche ni a horas extremas del día.
  • Descansar cada hora y media y, preferentemente, realizar trayectos de corta duración.
  • Vigilar la automedicación o aumentar la atención visual, auditiva y la precaución.

Un problema principal puede surgir de un exceso de confianza, creyendo que la experiencia puede compensar los efectos de la edad.