El largo tránsito a la menopausia

La menopausia no es una enfermedad, sino una situación fisiológica en la vida de la mujer, en la que se pone fin a la etapa reproductiva. Sin embargo, en torno a la menopausia se ha creado tal cúmulo de manifestaciones y expresiones pseudo científicas algunas, lisa y llanamente falsas otras, y alarmantes incluso unas cuantas, que no es de extrañar que un gran número de mujeres espere con cierto temor y ansiedad el momento del cese de la menstruación.

En el climaterio (período de transición del estado fértil al infértil), las manifestaciones que pueden acompañar a la mujer no vienen necesariamente de la mano de los cambios hormonales que se producen, sino de circunstancias relacionadas con la edad y con el momento personal y/o socioeconómico que en ese momento atraviese.

La Organización Mundial de la Salud cita en este sentido algunas de esas circunstancias: el significado cultural y social que se otorgue a la mujer estéril, su estatus social en la postmenopausia, la consideración social del envejecimiento, situación con la pareja (comunicación, sexualidad...), situación económica, los problemas de tipo fisiológico que surjan y las posibilidades o no que tenga de acceder a servicios asistenciales en busca de ayuda.

Fin de la etapa fértil

En cualquier caso, entre los 45 y los 55 años la mujer entra en una nueva etapa evolutiva de su vida marcada por el cese de la menstruación y, consecuentemente, el fin de su etapa fértil. Su capacidad de ovular ha terminado. Si está desinformada, esta circunstancia le puede suponer una gran carga emocional. Los psicólogos recomiendan a la mujer pre menopáusica que se enfrente de manera positiva a los cambios que va a experimentar, y asuma el hecho de que si bien ya no tiene capacidad reproductiva, sí podrá continuar disfrutando de las actividades que le gustan y de una vida sexual y social satisfactoria.

Hoy día ya no se asocia la menopausia a la vejez, máxime cuando la esperanza de vida de las españolas se ha incrementado notablemente, sin olvidar que tras este periodo aún le quedará, cuanto menos y en circunstancias normales, un tercio más de vida. Los estudios han venido a confirmar que los problemas de salud que presentan las mujeres a partir de esta etapa de la vida tienen que ver más bien con el proceso de envejecimiento y no con los cambios hormonales.

Según la Unidad de Menopausia del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Institut Universitari Dexeus, hay que distinguir claramente entre menopausia y climaterio. La menopausia sólo sería un signo, aunque el más llamativo de ese período, mientras el climaterio implicaría el proceso de transición paulatina del estado fértil al no reproductor. Este período abarca las siguientes fases: perimenopausia, precede a la menopausia, puede durar meses o años y se caracteriza por las alteraciones del ciclo menstrual; la menopausia, en que desaparecen las reglas, y la postmenopausia, periodo posterior a la menopausia en el cual aparecen síntomas atribuibles a la falta de las hormonas. Tan sólo los análisis de sangre para valorar las hormonas, indicarán en qué punto del proceso se encuentra la mujer.

Síntomas

La menopausia conlleva una disminución de las hormonas femeninas, estrógenos y progesterona, que repercute en todo el organismo de forma paulatina y con distinta intensidad en cada mujer. Esta falta de hormonas da paso a un amplio abanico de síntomas y múltiples cambios en su cuerpo, que van desde trastornos vasomotores, óseos y metabólicos, hasta cutáneos. Algunos de los síntomas pueden ser especialmente desagradables: los sofocos y sudoraciones, especialmente durante la noche, impiden dormir profunda y relajadamente, la piel de la mujer se torna más fina, seca y rugosa, las mucosas pierden su grado de humedad y son frecuentes la sequedad y la atrofia vaginal, lo que dificulta las relaciones sexuales; las micciones son más frecuentes y con poca cantidad de orina.

De igual modo, están a la orden del día reacciones como nerviosismo, irritabilidad, trastornos del sueño, humor depresivo, ansiedad, dificultad de concentración, cansancio, dolores de cabeza o palpitaciones. También aflora una tendencia a la obesidad y al aumento de los niveles de colesterol, así como una redistribución de la grasa corporal con una mayor acumulación en la zona abdominal.

Entre los problemas de salud que pueden aparecer a más largo plazo -aproximadamente unos 10 años después de producirse la menopausia-, cabe destacar la osteoporosis - disminución de la masa ósea y el consiguiente aumento del riesgo de fracturas-, aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, así como elevación de la presión arterial. Paradójicamente, gracias a la producción de estrógenos, en su etapa reproductiva la mujer está más protegida que el hombre en materia de tensión arterial; la incidencia de enfermedades como infarto y angina de pecho, que en la mujer es menor que en el hombre, se iguala después de la menopausia.

Además, no todas las mujeres presentan síntomas mientras se adaptan a la nueva situación hormonal, y cuando aparecen lo hacen por un tiempo limitado, aunque también variable para cada mujer. Dicha variabilidad sintomatológica puede oscilar desde ser imperceptible, hasta ser realmente molesta, como hemos visto.

Los fitoestrógenos

Los fitoestrógenos, derivados de plantas biológicamente activas, se encuentran en muchos alimentos, como las legumbres, las hortalizas y los cereales, e incluyen distintos grupos químicos: lignanos, isoflavonas y cumestanos. Entre los beneficios que aportan, está el que ayudan a paliar o prevenir los síntomas climatéricos y, entre ellos, la pérdida de masa ósea. Se les atribuyen, asimismo, efectos anticancerígenos, antioxidantes, antivíricos y antiinflamatorios. Las dietas no suelen contener una cantidad suficiente de fitoestrógenos, por lo que a menudo se administran en compuestos concentrados, que se pueden encontrar en las farmacias.