Hipotiroidismo y embarazo, una relación complicada

Con el embarazo, el cuerpo de la mujer se ve inmerso en multitud de cambios físicos y emocionales que afectan con más o menos fuerza su día a día. Algunas embarazadas sufren alteraciones en los niveles de las hormonas tiroideas —T4 (tiroxina) y T3 (triyodotironina)— que regulan el metabolismo, es decir, cómo el organismo utiliza la energía.

El resultado puede tener dos nombres: hipotiroidismo, o déficit de hormonas tiroideas, que ralentiza funciones orgánicas vitales e hipertiroidismo, o exceso de hormonas tiroideas, que las acelera; en definitiva, las dos caras de una misma moneda que pueden mermar la salud del feto y de la embarazada e incluso extender su negatividad más allá del parto e influir en el desarrollo neurointelectual del niño.

El problema es que como muchos de los síntomas que delatan estos problemas recuerdan a cambios físicos y emocionales propios del embarazo, pueden pasar inadvertidos, con los riesgos que esto conlleva.

Descubrirlos a tiempo es fundamental; a pesar de los problemas de tiroides, una mujer puede disfrutar de un embarazo sano y sin riesgos ni para ella ni para su bebé siempre y cuando consulte a tiempo a su médico, se someta a los exámenes y pruebas que éste determine y siga el tratamiento adecuado.