La vida sin gluten

La enfermedad celiaca es una enfermedad crónica intestinal que se caracteriza por una intolerancia permanente al gluten, una proteína que se encuentra en ciertos cereales. Cuando el gluten entra en el organismo de un celiaco, las vellosidades del intestino delgado se atrofian por lo que los nutrientes de los alimentos no se absorben correctamente. Las consecuencias no se hacen esperar: pérdida de apetito y de peso, diarrea crónica, anemia, distensión abdominal, retraso en el crecimiento, alteraciones de carácter y aparición de aftas bucales suelen ser las señales de alerta de la enfermedad celiaca. El problema es que puede que no se presente ninguna o que apenas se manifieste, dificultando el diagnostico.

Genéticas y pruebas

Todos, niños y adultos, pueden acabar padeciéndola tarde o temprano en cualquier momento de su vida y los genes tienen mucho que ver, pues las personas escogidas, sin excepción, están genéticamente predispuestas.

En el diagnóstico entran en juego dos pruebas. En primer lugar, un análisis de anticuerpos específicos en sangre que puede descartar, nunca confirmar, la enfermedad. Si el resultado de esta prueba es positivo se ha de proceder a realizar una biopsia intestinal con la que, esta vez sí, se diagnostica el trastorno.

Dieta

La vida sin gluten se basa en una premisa fundamental que se ha de cumplir a rajatabla: seguir una estricta dieta sin gluten de por vida. Esto supone eliminar de la dieta todo producto que contenga trigo, espelta, cebada, centeno, avena y triticale y cualquier producto que se elabore a partir de ellos.

Aunque en teoría esto parece sencillo, llevarlo a la práctica es todo un reto, pues no todas las etiquetas de los alimentos ofrecen información segura para el celiaco y puede acabar comiendo gluten sin ni siquiera saberlo.

Por todo ello, es importante que la dieta se base en alimentos naturales: legumbres, carnes, pescados, huevos, frutas, verduras, hortalizas y cereales sin gluten (arroz y maíz); y evitar, en la medida de lo posible, los alimentos elaborados y/o envasados, ya que en estos es más difícil garantizar la ausencia de gluten.

Comer fuera de casa

Si es celiaco y va a un restaurante lo primero que ha de hacer es decirlo, explicar qué puede comer y qué no y preguntar qué ingredientes se incluyen en los platos que sirven y cómo se han elaborado. Ante la duda, no corra riesgos. Para curarse en salud, lo mejor que puede hacer es no pedir platos muy elaborados, como salsas, guisos o sopas e inclinarse por ensaladas y carnes o pescados a la plancha.