Las bondades de las vitaminas

Entre las medidas consideradas "antifatiga" está un buen desayuno con el que cubrir las necesidades minerales, proteicas, de fibra y vitamínicas del organismo

Es tal la importancia y utilidad de las vitaminas en la regulación del metabolismo, y tan necesaria y vital su capacidad de transformar los alimentos en energía, que gracias a ello nuestro organismo puede funcionar. Es ésta la razón o una de las razones por la que siempre están en el candelero. Además, son necesarias en todas las etapas de la vida, si bien su demanda es mayor y más imprescindible durante periodos y circunstancias concretas, como en la tercera edad, durante el crecimiento, el embarazo, la lactancia, en enfermedades como deficiencia en el sistema inmunológico, en casos de alergia a determinados alimentos, dietas vegetarianas, etc.

Cierto es también que existe controversia entre los especialistas sobre cómo, cuándo y en qué cantidades se han de consumir, ya que abusar de su ingesta entraña peligro para la salud, casi tanto como su carencia. De ahí la importancia de dejarse asesorar por el médico o el farmacéutico para que el complejo vitamínico sea prescrito en el momento adecuado y el que se adquiera tenga la composición adecuada.

En cualquier caso, todas las vitaminas son importantes, puesto que cada una de ellas tiene asignada una función específica, según sus propiedades y las necesidades y características del consumidor. Cabe puntualizar que sólo la vitamina D es producida por el organismo, a través de la piel por la exposición al sol, y la vitamina K, que es elaborada por las bacterias que recubren el tracto gastrointestinal. El resto se obtiene a través de los alimentos.

Desgaste

Además de las circunstancias antes citadas –crecimiento, embarazo...-, son muchas las situaciones que generan un alto desgaste energético, y por ello requieren un aporte suplementario de vitaminas, como los trabajos de mucho esfuerzo físico y/o mental, la época de exámenes, el deporte, el descanso en condiciones inadecuadas o insuficiente, la etapa de crecimiento, los horarios anárquicos para las comidas, las dietas salvajes de adelgazamiento, etc. Tampoco hay que olvidar que algunas vitaminas se destruyen muy rápidamente, ya sea por efecto de la luz natural, al guardar los alimentos, etc. No siempre es posible consumir los productos alimenticios en la plenitud de su frescura. Además, en muchas ocasiones a esta lista de factores se suele sumar un abusivo consumo de tabaco, alcohol o drogas.

Sin embargo, situados en el otro extremo de la actividad, esto es, ante trabajos estáticos, repetitivos y monótonos que causan saturación, o donde afloran constantemente conflictos o malas relaciones interpersonales, el resultado no difiere de las acciones que provocan sobrecarga laboral. De hecho, se ha observado que las sensaciones de cansancio extremo tanto físico como mental sin que medie enfermedad se dan con más frecuencia en puestos sedentarios. Los puestos activos requieren tener los cinco sentidos en alerta, lo que, según se mire, no deja de ser un buen ejercicio.

Hacia una alimentación ideal

Sea como fuere, la práctica totalidad de los mortales, desde el atleta más encumbrado al sedentario más recalcitrante sufre tarde o temprano algún decaimiento, los consabidos "bajones" de energía que se pueden experimentar en algún momento del día. En buena medida, la sensación de fatiga es un mecanismo regulador del organismo para indicarnos que necesita más "combustible" o descanso, o ambas cosas a la vez.

Según los expertos que defienden los complejos vitamínicos, es posible mejorar o recuperar el rendimiento habitual ingiriendo dosis extras de vitaminas, pero sin atiborrarse, sino teniendo en cuenta que las necesidades y dosificación de una u otra varían según la edad y la actividad desarrollada, por eso insisten en que deben ser administradas bajo supervisión médica o consejo farmacéutico. Se estima que el 10 por ciento de la población consume estos productos mediante la automedicación.

La primera regla es mejorar los hábitos de alimentación. No se trata de comer más, sino de seguir una dieta equilibrada, repartida en cinco o seis veces diarias, con predominio, a ser posible, de hidratos de carbono por su fácil digestión, ya que de esta manera se mantiene constante el nivel de glucemia en la sangre, lo que contribuye a mitigar la fatiga.

Entre las medidas consideradas "antifatiga" está un buen desayuno, la comida más importante del día según los especialistas en nutrición. Puede incluir cereales, pan integral con miel o mermelada, leche semidescremada o un yogur descremado, más una fruta o zumo de fruta. Se consigue así cubrir las necesidades minerales, proteicas, de fibra y vitamínicas del organismo.

Por otra parte, y por sus propiedades estimulantes y su condición de elementos biológicos naturales, se emplean como complementos:

  • Vitamina B6, importante para el sistema nervioso; está presente especialmente en los cereales integrales, el hígado y el pescado.
  • Vitamina B12, que aumenta la capacidad energética del organismo y favorece el crecimiento. Se encuentra en hígado, carne, cerdo, huevos, queso y en el alga espirulina.
  • Vitamina C, considerada como "la antiestrés" por excelencia. Se le atribuyen propiedades capaces de reforzar las defensas y aumentar la resistencia a la fatiga. Naranjas, mandarinas, pomelos, kiwis y papayas son las principales proveedoras de esta vitamina.

Minerales

  • Potasio: ayuda al buen funcionamiento muscular y del sistema nervioso. Se encuentra en plátanos, albaricoques y kiwis.
  • Magnesio: contribuye a eliminar la fatiga, el decaimiento y el estrés. Ricos en este mineral son los frutos secos, los vegetales de hoja verde y los cítricos.
  • Calcio: es el mineral más abundante en el cuerpo humano y es el elemento clave en la salud de los huesos, por tanto, en la lucha contra la osteoporosis. La leche y sus derivados son la principal fuente.
  • Hierro: muy recomendado para mujeres en edad premenopáusica. Las verduras frescas, especialmente de color verde oscuro como las espinacas, coles o acelgas son las principales fuentes de hierro. También lo son el hígado de ternera, las lentejas, las habas y frutos secos, como los orejones, pasas y dátiles, y el chocolate negro.