La fiebre representa el motivo más frecuente de consulta en urgencias pediátricas

Al contrario de lo que la mayoría de padres piensan, la fiebre en los niños no representa una enfermedad grave ni tiene que estar ligada a un mal pronóstico desde el punto de vista neurológico. "Se trata sólo de un mecanismo defensivo del organismo contra una infección que no siempre debe ser tratado", señala el doctor Antonio Jurado, presidente del Comité Científico de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que celebra estos días su 61º Congreso en Granada. Sin embargo, este fenómeno sigue siendo el motivo más frecuente de consultas en urgencias pediátricas.

La fiebre es sólo un síntoma que alerta de la presencia de un problema, por lo que, en opinión de este experto, tan importante como bajar la temperatura es conocer la causa. "El exceso de temperatura corporal se debe, en la mayoría de los casos a infecciones y en menor medida a otros problemas como deshidratación, explica el doctor Jurado; "no es tanto controlar el síntoma como diagnosticar y tratar apropiadamente el motivo que la genera".

La fiebre se presenta con más frecuencia durante los tres primeros años de vida y paradójicamente, su aparición es fundamental para ayudar a fortalecer la inmunidad del niño. Por ello, los pediatras insisten en que no en todos los casos es necesario optar por un tratamiento sino que depende en gran parte de la sintomatología que presente el menor. "Si el niño está bien, no rechaza el alimento, es muy improbable que presente un cuadro clínico grave y por tanto no hay necesidad de terapia. En cambio, cuando la fiebre es excesivamente alta, o se trate de un recién nacido o de un menor de tres meses, o no se encuentre una causa que la justifique o se acompañe de otras manifestaciones como afectación del estado general, irritabilidad, somnolencia, lesiones cutáneas o dificultad respiratoria se debe acudir al médico, explica este experto.

Pese a las recomendaciones, los servicios de urgencias continúan colapsados por casos de fiebre infantil que, en algunos casos, son tan prematuros que ni siquiera muestran signos de infección que puedan definir el posible el tratamiento. En palabras del doctor Jurado, "hay una cultura mal entendida del uso de los servicios de Urgencias. Se abusa de ellos en busca de una segunda opinión o del acceso inmediato a determinadas pruebas diagnósticas. Tan sólo se debería acudir cuando existan signos clínicos que requieran asistencia inmediata", alerta.

Remedios caseros

En este sentido, e insistiendo siempre en que los profesionales sanitarios son los únicos capaces de aconsejar el tratamiento más adecuado, el doctor Jurado sugiere varios remedios para ayudar a reducir la temperatura más rápido. "Por ejemplo, se recomienda meter al niño en una bañera llena de agua a la misma temperatura que la del menor, ponerle paños de agua fría en la cabeza y en las extremidades, mantenerlo bien hidratado y con poca ropa y en una habitación a temperatura agradable". Al contrario de lo que muchos piensan, las friegas de alcohol no deben utilizarse.

Si el episodio febril es susceptible de ser tratado con medicamentos, los expertos insisten en adecuar bien las dosis, y utilizar solo un fármaco, ya que usar varios aumenta las posibilidades de intoxicación y error.