El estrés por la vuelta a la rutina laboral o escolar puede ser un factor de riesgo de anorexia

El estrés se ha convertido en ‘predisponente’ de los trastornos de conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia, según la literatura científica.

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Jóven inapetente

El estrés forma parte diaria de la vida de todos los individuos y aumentan sus efectos dañinos con la vuelta al trabajo, las obligaciones escolares, las relaciones personales, hasta poder predisponer a los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA).

Como aclara Marina Díaz Marsá, directora de SOMMOS Desarrollo Personal: “La relación entre el estrés y la anorexia o la bulimia es, en muchos aspectos, un círculo vicioso. Sentirse estresado o abrumado puede desencadenar conductas alimentarias desordenadas, que se utilizan como un mecanismo de afrontamiento.
Y a su vez, el comportamiento compulsivo, los temores y los constantes pensamientos negativos que caracterizan a los TCA aumentan los niveles de estrés”.                   

Esta especialista recuerda que los “los motivos por los que el estrés puede contribuir al desarrollo de un trastorno alimentario se basan en que cuando nos sentimos fuera de control, naturalmente tratamos de encontrar formas de hacer frente a estos sentimientos desagradables. Para algunos, comer compulsivamente o restringir las calorías se convierte en el camino para lidiar con el estrés. Cuando las personas restringen los alimentos tienen sensación de control, para las que comen compulsivamente, comodidad y alivio”.

Además, no sólo la anorexia y la bulimia causan estrés físico al cuerpo, sino que también pueden exacerbar el psicológico. Preocuparse por la comida, las calorías y el peso son una fuente considerable de ansiedad, y conduce a sentimientos de baja autoestima que elevan los niveles de estrés.
 

Alimentación desordenada
La alimentación desordenada como estrategia de manejo del estrés se basa en la falta de una posible regulación del afecto negativo, en que proporciona un sentido de control, “en la creencia de que es el camino para lograr el aprendizaje de maneras adaptativas y funcionales de manejar el estrés”. Por eso, y tal como demuestran los estudios, “los adolescentes y jóvenes tienen más probabilidades de desarrollar TCA bajo situaciones de estrés, ya sea por la presión de los estudios, las relaciones de amigos o los problemas en casa”.

En el otro lado de la balanza se sitúan los pacientes que ya de por sí padecen un trastorno de ansiedad: “Añadir a este trastorno además problemas con la alimentación puede empeorar sus síntomas, eleva el riesgo de desarrollar depresión y dificulta la respuesta a los tratamientos. Sabemos que los TCA suelen asociarse con aislamiento, ocultación y secretismo, lo mismo puede suceder en situaciones de estrés. Las personas suelen ocultar sus luchas e inseguridades, lo que hace más complicado su detección y tratamiento”.

La doctora Díaz Marsá cree que es importante estar vigilantes ante los síntomas de estrés y consultar con un especialista antes de que deriven en problemas de alimentación. “El abordaje precoz del estrés es fácil de tratar y lo importante es que las personas aprendan formas de enfrentamiento y prevención”, explica.