Reducir el riesgo de padecer trombosis en viajes prolongados con medidas fáciles y eficaces

Beber líquidos, llevar ropa cómoda y transpirable, mover los brazos y piernas durante el viaje son consejos sencillos para evitar sufrir una trombosis

Llega la época del año en la que más se viaja. La Dirección General de Tráfico estima que durante julio y agosto habrá 79 millones de desplazamientos sólo por carretera. Muchos de estos viajes, además de los que se producen en avión, duran varias horas, y es a partir de las 4 horas de trayecto cuando la salud puede verse perjudicada con la aparición del llamado 'Síndrome de la clase turista', un malestar bautizado así porque se pensaba que la limitación de movimientos que acompaña los viajes en avión era el culpable de su aparición. Pero los problemas de circulación en los viajes los produce el tiempo, más de cuatro horas de trayecto, y puedes padecerlos tanto si viajas en avión como en coche, autobús o tren.

Sensación de hinchazón en las piernas, hormigueo, molestias, mareos y dolor delatan el 'Síndrome de la clase turista'; unos síntomas que si se agravan pueden acarrear trombosis del viajero, es decir, una trombosis en las venas de las piernas en sujetos susceptibles, normalmente los que tienen una alteración de la coagulación o han sufrido una trombosis previa.

Dificultades del retorno venoso

El doctor Fidel Fernández, especialista en Angiología y Cirugía Vascular y vicepresidente del Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL) de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular, explica claramente las dificultades que tiene la sangre para volver al corazón cuando se permanece tanto tiempo en la misma posición: "las arterias llevan la sangre con mucha presión y velocidad, (el corazón tiene mucha fuerza para impulsar hacia delante), pero la capacidad aspirativa del corazón es muy débil, (la capacidad de succión para activar la vuelta de la sangre por las venas). En el caso de las piernas está dificultada por la gravedad, (al estar sentado la sangre debe "escalar" hacia arriba hasta llegar al corazón)".

Para conseguir este retorno venoso, "el organismo ha desarrollado un ingenioso sistema; las venas profundas están metidas dentro de paquetes y fascias musculares (como "fundas") y disponen de unas válvulas que impiden su paso hacia abajo (hacia los pies) para ordenar el flujo de sangre hacia el corazón. Cada vez que nos movemos, contraemos los músculos que comprimen a las venas, y al estar ordenada la dirección del flujo por estas válvulas la sangre progresa en la dirección adecuada (hacia el corazón"), añade.

Pero no siempre funciona de la manera adecuada. Y es que, la evolución del ser humano ha complicado las cosas al retorno venoso. Tal y como explica el especialista, "procedemos de especies más bajitas que nosotros (con menos distancia desde el suelo al corazón, es decir, con menos altura para que suba la sangre), que además eran cuadrúpedas (menos altura aún) y que estaban casi siempre en movimiento (ni se sentaban en un ordenador ni pasaban horas de pie quietas en el trabajo o viajando), a lo que hay que sumar los malos hábitos dietéticos, la obesidad y el sedentarismo. Por eso las varices y la mala circulación son una enfermedad casi exclusiva del homo sapiens", recuerda.

Retorno venoso y calor

Además de los problemas que pueden surgir por los viajes, la realidad es que los síntomas de las enfermedades venosas son más acusados en el periodo estival. El calor típico de estas fechan tiene la culpa.

Pero el verano, también tiene una ventaja: como solemos tener más tiempo para cuidarnos, es el mejor momento para mejorar nuestros hábitos y con ello la salud de nuestras venas. Por ello, el doctor Fidel Fernández propone aprovechar las vacaciones para:

  • Hacer una vida más sana, cambiando los hábitos de dieta (menos calorías, menos grasas, más fibra y fruta, menos sal y aditivos).

  • Andar por la playa (con los tobillos en el agua) y sobre la arena, es muy adecuado, ya que combina el masaje de las olas con la acción de la bomba venosa plantar, que activa vigorosamente el retorno venoso.
  • Una acción similar la podemos conseguir andando en la hierba del jardín (los aspersores o un masaje con la manguera son muy tonificadores igualmente), pedaleando o nadando.
  • La natación es un ejercicio muy adecuado para el retorno venoso. Nadando ejercitamos los músculos de todo el cuerpo, estamos en situación casi horizontal (la que mejor permite el retorno de las venas al corazón) y el agua a nuestro alrededor produce un masaje continuo con una temperatura que mejora el tono venoso).
  • Masajear las piernas con cremas de efecto frío, o con cualquier tipo de crema hidratante que se haya metido antes en la nevera, activa el retorno venoso y disminuye la congestión, hinchazón y cansancio de las piernas que producen el calor y la inmovilidad.