¿Problemas de sueño?

Algunas plantas medicinales, como la valeriana, favorecen el reposo nocturno

El sueño está considerado como una necesidad básica del organismo, gracias a cuyas funciones reparadoras podemos, literalmente, sobrevivir.

Si la ausencia de sueño adquiere un carácter crónico, las consecuencias se traducen en  sensaciones tan desagradables como somnolencia durante el día, unido a cansancio y disminución del rendimiento intelectual y laboral, alteración de los reflejos y sus nefastos resultados en los accidentes, tanto de tráfico como en el trabajo.

Normalmente, uno de los primeros trastornos del sueño que se citan es el insomnio, algo que casi todos hemos experimentado alguna vez, y que implica tener dificultades para conciliar el sueño, pero una vez logrado, no hay manera de permanecer dormido; otros casos refieren que la persona afectada se despierta a cada rato durante la noche, o demasiado pronto por las mañanas.

También están los problemas para mantenerse despierto a lo largo del día o para conseguir un horario regular de sueño; finalmente, está el hecho de sufrir algún tipo de trastorno que interrumpe el sueño, como la apnea. En suma, que por una u otra causa no se logra un sueño reparador.

El insomnio no es una enfermedad sino un síntoma, y quizá por ello está catalogado dentro de lo normal, siempre y cuando se produzca de vez en cuando, por alguna circunstancia puntual –preocupaciones, cenas muy copiosas, estrés...- pero sí hay que preocuparse cuando se prolonga más allá de 15 días, en cuyo caso hay que consultar al médico.

Desencadenantes

No existe un número de horas preestablecido para dormir que suponga el ideal del descanso, ya que en este sentido las necesidades varían de un individuo a otro. A la mayoría le basta con seis o siete horas de sueño, pero hay quienes necesitan ocho, incluso diez. Los bebés y los niños necesitan más. Sin embargo, hay quien funciona bien sólo con dormir cuatro o cinco horas y no por ello es insomne. Lo importante es que sean horas ininterrumpidas.

Resultaría prolijo enumerar los agentes causales del insomnio, porque son múltiples y variados; de hecho los expertos calculan que hay más de cien trastornos diferentes de sueño y de vigilia, por lo que a priori es difícil librarse de alguno.

En cualquier caso, entre los factores desencadenantes más habituales del insomnio episódico y crónico se encuentran las situaciones de estrés, la pérdida de un ser querido, las crisis sentimentales y las dificultades de tipo laboral o económico.

Sobre este último punto, está claro que la actual crisis está pasando factura. Una encuesta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia, Infito, realizada entre más de 2.000 personas, desveló que los problemas económicos son la principal causa de insomnio de los españoles.

Cómo combatirlo

Para casos de cierta severidad, se dispone de fármacos hipnóticos. Está claro que estos deben ser administrados bajo estricto control médico, porque uno de los principales efectos secundarios de los somníferos de origen sintético es la somnolencia diurna.

Quizá por ello se recurre con bastante frecuencia a las plantas medicinales. Datos de Infito revelan que siete de cada diez españoles admite que las plantas medicinales les ayudan a conciliar el sueño y a la relajación.

En este sentido, están indicadas para el tratamiento sintomático de aquellas situaciones que cursan con nerviosismo, hiperexcitabilidad o irritabilidad, especialmente cuando éstas dan lugar a alteraciones del sueño, favoreciendo el reposo nocturno.

Es bastante conocido el efecto inductor del sueño de hierbas naturales como las infusiones de valeriana, de lúpulo, manzanilla y matricaria o la pasiflora, entre otras, cuando el insomnio es secundario a estrés psicológico.

De acuerdo con Infito, en el caso de la valeriana los efectos no son inmediatos y se requiere un tratamiento de dos a cuatro semanas ininterrumpidamente para conseguir una mejora significativa; tiene, no obstante, la ventaja de ausencia de riesgo de dependencia o de efectos adversos.

Conviene adquirirlas en farmacias, por las garantías que ofrecen su registro como medicamentos y el asesoramiento del propio farmacéutico.