Un pie cuidado es un pie sano

Mantener una higiene podal adecuada y frecuente resulta básico para prevenir infecciones.

Siete de cada diez personas presenta algún tipo de problema en los pies, según la Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie. Los trastornos más comunes suelen ser los callos o hiperaqueratosis y los juanetes, también conocidos como hallux valgus.

Así mismo, la metatarsalgia (dolor en el antepié), las ampollas y las rozaduras son dolencias que muchísimas personas padecen y que, si bien no revisten gravedad, pueden resultar muy dolorosas e incapacitantes.

Edad, principal causa

Se estima que hay más de 9 millones de personas que, debido al desgaste provocado por la edad, sufren distintos problemas en los pies. Existe una gran heterogeneidad de pacientes, siendo los más susceptibles las mujeres de entre 40 y 70 años, amas de casa, deportistas, profesionales que pasan mucho tiempo de pie o personas diabéticas de tipo 2.

Todas estas dolencias tienen su principal causa en la edad, que debilita las articulaciones y las protecciones naturales de nuestro cuerpo, como es el caso de la almohadilla plantar. No obstante, otros factores, como la herencia genética, el estar mucho tiempo de pie, o el uso continuado de calzado inadecuado también influyen.

Pero lo más importante es que sepamos que los pies son una parte de nuestro cuerpo que precisa de unos cuidados y una atención diarios, ya que están sometidos a grandes esfuerzos. Por eso, mantener una higiene podal adecuada y frecuente resulta básico para prevenir infecciones, porque un pie cuidado es un pie sano.

Trastornos más comunes

El juanete o hallux valgus es una patología muy común (el 10 por ciento de la población sufre este problema) sobre todo en mujeres. Puede estar provocada por el uso continuado de zapatos inadecuados (de tacón alto, puntiagudos y estrechos), la propia morfología del pie, la predisposición genética o algunas enfermedades.

Se trata de una deformación del antepié caracterizada por la superposición del dedo gordo y del segundo dedo y que provoca una protuberancia en el lateral. Como consecuencia de esta anomalía, los dolores provocados por el roce del calzado sobre el juanete pueden ser muy intensos y difíciles de aliviar.

Asimismo, con la edad y los esfuerzos realizados sobre el antepié (estar de pie tiempo prolongado, llevar tacones altos, practicar deporte...), la almohadilla plantar natural se desgasta de forma irreversible, produciendo una dolencia muy frecuente entre la población: la metatarsalgia (dolor del pie). Otra causa de dolor son las durezas, que son una capa de la piel endurecida y engrosada que se forma por la excesiva presión o fricción.

Es frecuente que estas dolencias se den al mismo tiempo, multiplicando por dos las molestias y el dolor.

El espolón es otro de los principales problemas que suelen aparecer en los pies. Se puede describir como un pequeño hueso saliente, por su dureza, pero en realidad es la calcificación secundaria del tendón por la inflamación. Se forma en la planta de los pies, sobre todo en la zona de atrás, y provoca un dolor persistente y agudo.

El pie tiene forma de arco invertido y los músculos de la planta podrían asimilarse a la cuerda de un arco. La tensión provocada en los músculos por distintas causas, como el sobrepeso, el ser corredor habitual, los traumatismos y los pies planos, hace que éstos se fatiguen y que se produzca una inflamación. De esta forma, el dolor de talón no siempre se produce como consecuencia del espolón, sino que se genera por la inflamación del tejido adiposo o de los nervios.

En estos casos, es necesario elevar el talón para aliviar la tensión y el dolor.

Por su parte, la hiperqueratosis o callos son un proceso generado por el aumento de la presión en zonas concretas de los dedos. Este aumento de la presión puede estar provocado por deformaciones, como los dedos de martillo; por la superposición de estos; o por el uso continuado de un calzado puntiagudo, estrecho o de tacón alto. La fricción por el uso de calcetines que no permiten la transpiración o con costuras internas también puede ser una causa.

Además, las ampollas y rozaduras, provocadas por el uso de un calzado inadecuado, estrecho o muy ancho, fricción por calcetines o costuras internas, la sequedad cutánea o el exceso de transpiración son otras molestias más o menos graves relacionadas con el pie que  pueden repercutir en la vida cotidiana y la forma de relacionarse de las personas.

Fuente: Laboratorios CINFA