Higiene e infección, dos enemigas íntimas

La medida más sencilla que tenemos a nuestro alcance para disminuir el riesgo de infecciones es lavarnos las manos

Enfermedades tan habituales en las sociedades desarrolladas económicamente como diarreas, gripe, catarro, pie de atleta, infecciones en diversas partes del cuerpo u otras patologías menos frecuentes como enfermedades venéreas, hepatitis, el cólera o las fiebres tifoideas son sólo algunas de las consecuencias de, en muchos casos, descuidar la higiene.

Tanto desde un punto de vista personal, como en el trabajo, hay que ser siempre consciente de que "la contaminación por agentes infecciosos patógenos, incluyendo en ella a la que se produce por la ruta fecal-oral, sigue estando presente en nuestro día a día de una forma más frecuente de la que nos imaginamos".

Éste ha sido uno de los aspectos abordados por el catedrático de Microbiología de la Universidad del País Vasco, el profesor Guillermo Quindós, en el arranque de la XLII Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao (ACMB) con la conferencia "Higiene e infección, dos enemigas íntimas".

En casa

Tal y como ha aseverado el experto, el fregadero, el inodoro, la esponja, el teclado del ordenador o, incluso, el mando a distancia y el móvil, acumulan una mayor contaminación bacteriana dentro de los hogares. Por ello hemos de esforzarnos más en su limpieza y, como hemos estado en contacto con ellos, en nuestra propia higiene.

De igual modo, prosigue, "en la cocina se han de seguir las normas básicas de manipulación de alimentos, tanto en su conservación, como en su tratamiento y en la limpieza. Por ejemplo, en las tablas de corte, y en los cuchillos empleados con ellas, se ha de evitar la mezcla de alimentos vegetales y cárnicos, alimentos crudos y procesados, etc. Y lo mismo se puede hacer extensible a su almacenamiento en la nevera".

Según ha asegurado el experto, "la medida más sencilla que tenemos a nuestro alcance para disminuir el riesgo de infecciones es lavarnos las manos siempre que estemos en contacto con focos de infección evidentes". Y cuando se trata de gripe o catarro, es mejor desechar los pañuelos usados y lavarse las manos después de estornudar o toser. Haciéndolo reducimos el riesgo de contagio a otras personas.

En el restaurante

Dentro de sus consejos para fomentar la higiene en la vida cotidiana, el catedrático ha recomendado "limpiarse las manos después de haber ojeado la carta, y no antes, ya que al pasar las cartas de menús de mano en mano continuamente, tienen un mayor riesgo de albergar agentes infecciosos".

Además, ha recordado la obligación de "lavarse las manos después de ir al servicio, en cualquier caso". En este sentido, ha puesto de manifiesto que según diversos estudios las toallas de papel son más eficaces que los secadores de aire para reducir el riesgo de contaminación por agentes infecciosos. Es más, "estos aparatos, si son de gran potencia, pueden esparcir los agentes biológicos patógenos hasta en un radio de dos metros".

Por otro lado, ha explicado que los jóvenes deberían evitar beber del mismo vaso o botella o fumar del mismo cigarrillo o pipa, porque la presencia de contaminación por bacterias y virus es alta.

Profesionales sanitarios

Ante el numeroso público sanitario presente en la conferencia, el profesor Quindós ha hecho hincapié en que "más de la mitad de los profesionales sanitarios no se lava las manos con la frecuencia que debería durante su trabajo". Y todo cuando "el estar en contacto con personas enfermas o el simple hecho de ir al servicio obliga a lavarse las manos con frecuencia". En este sentido remarca que "existen numerosos estudios que relacionan de una manera directa el lavado de manos con un descenso del número de infecciones. Es una medida que salva vidas".

En cuanto a los problemas de sensibilidad que presentan algunos profesionales sanitarios a causa de un lavado frecuente de manos, aclara que "existen productos específicos, como cremas, que han demostrado su eficacia para atenuar estos problemas".