La felicidad favorece nuestra salud

Las emociones positivas ayudan a prevenir la aparición de determinadas enfermedades

“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”, afirmó dos siglos atrás el político y científico estadounidense Benjamin Franklin. Hoy, con cientos de estudios publicados respecto a la felicidad, cabe asegurar que no sólo es la gran meta que persigue en su vida todo ser humano, sino un indicador inequívoco de la salud del individuo.

Según afirma Carmelo Vázquez, Catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, "sabemos que las personas felices y dichosas viven más años. Hay datos muy claros que empiezan a demostrar ya no sólo que la infelicidad o la depresión acortan los años y la calidad de vida, sino que el optimismo y la alegría tienen el efecto contrario".

Recientes investigaciones apuntan a que las emociones positivas pueden ser potenciadas y ayudan a prevenir la aparición de determinadas enfermedades. No sólo el amor, el humor y la inspiración creativa producen bienestar, sino también el optimismo, la empatía, el altruismo, la ética en el trabajo y el esfuerzo de superación personal.

Se aprende a ser feliz

En opinión de Vázquez, existen claves muy relevantes para aprender a ser feliz. "Sabemos que nadie nace desdichado. De modo que si se aprende a ser infeliz, también se puede aprender a ser más dichoso. Las relaciones íntimas y plenas con otras personas son una de las claves más importantes, pues al fin y al cabo somos animales sociales".

La felicidad es un estado emocional en el que confluyen tanto factores voluntarios como involuntarios; no es una respuesta automática como el parpadeo. Sentirnos bien con nosotros mismos y el entorno que nos rodea nos permite mantener o incluso obtener salud.

Las nuevas corrientes de la psicología moderna y las estadísticas más fiables advierten que la felicidad no depende sólo de factores externos. Así, la gran mayoría de las personas, o al menos aquellas cuyas necesidades vitales están cubiertas, afirman sentirse bastante o muy satisfechas con sus vidas, con independencia de sus ingresos económicos. Y lo mismo ocurre con otros factores como la educación, el clima, el aspecto físico o el sexo de la persona, que resultan irrelevantes. En cambio, tener una actitud positiva y una vida social intensa sí tiene relación, además de favorecer nuestra salud.

El optimismo beneficia nuestro corazón

Lejos de tratarse de una consideración subjetiva, cada vez son más las evidencias científicas que asocian felicidad con salud. Y los últimos estudios revelan que un estado mental positivo ayuda a prevenir determinadas enfermedades cardiovasculares, oncológicas y psicológicas.

Son numerosos los trabajos científicos que en las últimas décadas han aportado datos y evidencias de que la felicidad (medida con diversas escalas de auto evaluación) se asocia a una menor incidencia de diversas enfermedades y, en caso de que éstas aparezcan, con una mejor y más rápida recuperación. Un estado emocional positivo se asocia a un sistema inmunológico más potente (más defensas), una mejor capacidad de responder a situaciones estresantes y recuperarse de ellas, así como a una menor predisposición a sufrir trastornos psicopatológicos, como la depresión y la ansiedad.

"La felicidad participa en el adecuado funcionamiento de los sistemas inmunológico, endocrino y nervioso. Existe fundamento científico gracias a los trabajos publicados en revistas de reconocido prestigio internacional que han presentado resultados concluyentes", asegura la Dra. Ana Adan, Profesora Titular del Área de Psicobiología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona.

Un estado emocional positivo refuerza nuestras defensas, mientras que los estados afectivos negativos tienen efectos perjudiciales sobre el equilibrio del sistema cardiovascular y contribuyen a la aparición de situaciones de riesgo.

Prevención y disminución de riesgos

Se ha observado que "los individuos más felices presentan menor frecuencia cardiaca y presión arterial sistólica (la máxima) y menores niveles de cortisol (la hormona del estrés). Asimismo, el riesgo asociado de desarrollar angina de pecho, infartos e hipertensión se halla inversamente relacionado con un estado emocional positivo", añade esta especialista.

Además, las emociones positivas y el optimismo benefician a las personas que se les ha diagnosticado una enfermedad cardiovascular. Así, se ha demostrado que tras una intervención quirúrgica de "bypass" arterial coronario, la recuperación física inmediata y al cabo de medio año de seguimiento es superior en los pacientes con estado afectivo positivo. También se ha observado que los pacientes ancianos ingresados en el hospital por patología cardiaca, en los que se hallan presentes más factores de riesgo y/o enfermedades concomitantes, sufren menos readmisiones hospitalarias durante los tres meses posteriores si son más felices.

Es un hecho contrastado que la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares debe tomar en consideración el estado emocional de los individuos. "El estado emocional positivo puede considerarse un factor protector y si en una persona se detecta que éste no es adecuado, ayudarlo a que lo modifique puede ser una excelente medida preventiva de salud", concluye la Dra. Adan.