Es tiempo de resfriados

Hacen acto de presencia en forma de epidemias anuales coincidiendo precisamente con los meses del año de más bajas temperaturas

Las estadísticas revelan que las personas adultas estamos expuestas a contraer entre dos y tres resfriados al año como media, una cifra nada desdeñable que en los niños se duplica.

Mientras persiste la polémica de si el frío está asociado o no a los resfriados, lo cierto es que estos hacen acto de presencia en forma de epidemias anuales coincidiendo precisamente con los meses del año de más bajas temperaturas, y dado que ya estamos en pleno otoño, no está demás ver cómo podemos prepararnos para defendernos de los más de 200 virus diferentes con capacidad para provocar un resfriado.

Síntomas

Sabremos que estamos resfriados cuando nos veamos aquejados por un conjunto de síntomas que afectan las vías respiratorias altas. Dichos síntomas, muy molestos por cierto, consisten en congestión y flujos nasales, estornudos frecuentes, mucosidad abundante, tos seca o tos productiva cargada de flema, fiebre moderada, dolor de cabeza también moderado e intermitente, algunos dolores musculares y articulares, ojos irritados y llorosos, dolor de garganta, ronquera y debilidad.

Entre los síntomas más comunes, la tos es uno de los tormentos por los que hay pasar; sin embargo, a pesar de ello y de ser un vehículo indiscutible como propagador de virus, a la postre se convierte en un buen aliado del organismo, pues es el recurso que tiene éste para limpiar el árbol respiratorio de cuerpos extraños o exceso de mucosidad.

En cuanto al flujo nasal -el más habitual de los síntomas-, es la respuesta de la membrana mucosa que recubre las fosas nasales a la irritación que le producen los virus invasores.

El decaimiento parece ser total. La congestión nasal y los dolores de cabeza y garganta son los síntomas peor llevaderos, además de que en buena medida también afectan los sentidos del gusto y del olfato. Un panorama algo sombrío que suele durar en torno a los siete días, según sean las defensas del paciente y la virulencia del agente desencadenante. Por lo general, los virus del resfriado se contraen por contagio o contacto directo con las diminutas gotas en suspensión que el portador expele al hablar o estornudar; lo mismo ocurre si hay contacto con objetos en que éstas se depositan.

Este hecho explica en cierto modo por qué los niños son víctimas más propicias que los adultos ante los resfriados, ya que, entre otras cosas, para los pequeños el contacto físico a través de los juegos es una constante y, además, no suelen atenerse a las reglas de la higiene ni tampoco son muy cuidadosos con los objetos que tocan o comparten. Unido a ello, su sistema inmunitario aún está en fase de madurez.

Tratamiento

Pocos trastornos como el resfriado generan tanto absentismo escolar y laboral y tantos costes económicos y sociales. En este sentido, cabe señalar que el tratamiento, sea farmacológico o casero, va dirigido esencialmente a atenuar la desagradable sintomatología que lo acompaña y a prevenir sus complicaciones.

No es prudente automedicarse ni administrar a los niños menores de dos años medicamentos anticatarrales o antitusivos sin que el pediatra lo determine, ni mucho menos antibióticos o aspirina, ya que esta última está asociada al síndrome de Reye (daño cerebral y hepático). En estos casos, el farmacéutico va a ser, una vez más, la mejor y más próxima fuente de información sobre autocuidados básicos relacionados con el resfriado. Además, él podrá deducir si por el cuadro y la sintomatología que presenta debe acudir al médico.