El temido síndrome postvacacional

Cansancio, falta de apetito, insomnio e irritabilidad son síntomas frecuentes ante la vuelta a la rutina tras el descanso estival

Parece que ha pasado una eternidad desde que disfrutaba de la playa cuando lo cierto es que tan sólo hace unos días que han finalizado sus vacaciones. Le persigue la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor y no asume tener que retornar a los horarios estrictos, al estrés, las exigencias de su trabajo y la vorágine de su vida.

Se encuentra débil, triste, no tiene ganas de hacer nada, el apetito le falta y puede que, mientras apenas duerme de noche, dé más de una cabezadita a lo largo del día. Su mente no se concentra y su cuerpo tampoco asume la vuelta a la realidad. Está cansado y puede que los músculos le duelan o que el estómago le traiga algún que otro problema.

Parece que todo se ha vuelto en su contra. No tiene fuerzas para enfrentarse a su trabajo, puede que, sin saber cómo, sea incapaz de tomar cualquier decisión y es posible, aunque no lo habitual, que le toque observar atónito cómo su carácter se agria, e incluso se tiñe de cierta agresividad.

Lo habitual es que envuelto en este torbellino vaya pasando poco a poco por malestares típicos de un cuadro depresivo, aderezados con un toque de irritabilidad y ansiedad. Se siente como en un callejón sin salida al que no sabe cómo ha llegado y menos aún cómo salir. Nervioso e inseguro no es raro que acabe pagando su desconcierto con los que tiene más cerca, de ahí que puedan llegar a temblar un poco los cimientos de las relaciones con los familiares, amigos y compañeros de trabajo.

Tranquilo, no se está volviendo loco, es simplemente una víctima más del síndrome postvacacional, un estado de malestar desconocido hasta hace apenas unos años, que ha cobrado fuerza y que para muchos es un precio que debemos pagar por la vida que caracteriza nuestra nueva era.

No se preocupe, no le de demasiada importancia a lo que le está pasando, todo terminará en una semana o diez días. Pero si esta situación se alarga en el tiempo acuda a su médico de cabecera. Su problema puede ser otro y precisaría ponerle remedio cuanto antes.

A la carrera

La vuelta al trabajo es el detonante y es precisamente en este ámbito donde más se manifiesta el síndrome postvacacional. De repente, el trabajo se presenta ante sus ojos como una tarea ardua y difícil que no es capaz de controlar. Al tener que realizar tareas tan habituales en su día a día como ordenar la agenda o poner en marcha gestiones y encargos se siente como si fuera a caer sin remedio por un precipicio sin fin.

Incapaz de acabar con la sensación de desidia y hastío entra en un círculo vicioso en el que las tareas se van acumulando. Y es que, mientras es incapaz de acabar con las montañas de papeles que se amontonaron mientras usted disfrutaba de sus días lejos del despacho, tiene que enfrentarse a su vez a nuevos quehaceres que tampoco pueden esperar.

¿A quién afecta?

Los afectados por este síndrome suelen ser personas jóvenes, menores de 40-45 años, que vuelven al trabajo de golpe, sin tomarse unos días para adaptarse poco a poco a su rutina diaria. Para ellos las vacaciones son unos días mágicos e ideales y, cuando terminan, desaparece cualquier motivación que les anime a seguir adelante, sobre todo si tienen que asumir con pavor que aún queda todo un año hasta las siguientes vacaciones. Normalmente están "quemados" con una actividad laboral con la que están desencantados.

Los síntomas

  • Síntomas físicos: cansancio, fatiga, falta de apetito, somnolencia, falta de concentración, taquicardia, dolores musculares, molestias en el estómago, sensación de falta de aire e insomnio.
  • Síntomas psíquicos: falta de interés, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, tristeza, ideas de rutina e indiferencia.

El mejor remedio, la prevención

El remedio contra el síndrome postvacacional está en prevenir su aparición, una prevención con dos pilares básicos: vuelta progresiva a la rutina y disfrutar de motivaciones todo el año.

El periodo vacacional permite una libertad que no se tiene en otras épocas del año, aderezada con una ausencia casi completa de rutina y un desorden total de hábitos. Por lo que recuerde: cuando el final de las vacaciones se acerca, una vuelta progresiva a la rutina habitual puede permitir que el cambio no sea catastrófico.

Las motivaciones impulsan a seguir adelante y muchas veces actúan como verdaderos parachoques que permiten superar muchas dificultades. Nadie se puede 'permitir el lujo' de prescindir de ellas y han de estar presentes siempre, no sólo en vacaciones. Desearlas durante la mitad del año y lamentarse de su fin la otra mitad sólo puede minar su bienestar, por lo que no vuelque todas sus ilusiones en las vacaciones y planifique actividades placenteras durante todo el año.

Un consejo: si puede elegir sus vacaciones lo mejor es que las divida en partes para así desconectar varias veces al año (dos periodos de quince días es una buena fórmula). Volver de vacaciones sabiendo que aún quedan más por delante ayuda a que la incorporación no sea tan traumática.

El cambio de temperatura tampoco ayuda

El tiempo se vuelve húmedo y nuestro cuerpo necesita más energía para adaptarse al descenso térmico. Los rayos del sol cada vez son más débiles, los días más cortos y todo a nuestro alrededor se tiñe del color naranja y marrón de las hojas que anuncian la llegada del otoño. Acostumbrados a salir del trabajo y que aún queden unas horas de luz para poder pasear y disfrutar del aire libre, de repente ese tiempo se reduce. La oscuridad empuja a pasar más tiempo en casa y se retorna al estrés, el tráfico y la contaminación en el caso de las grandes ciudades. De ahí que con la nueva estación las tensiones y las depresiones aumenten y con ellas empeoren problemas estomacales, como las gastritis y las úlceras.

Alimentación sana y equilibrada

Una alimentación sana y equilibrada también contribuye a adaptarse mejor a la vuelta de las vacaciones. Es el momento ideal para regresar a la dieta mediterránea y a los platos de cuchara de los que nos despedimos con la llegada de los primeros calores, sin olvidar las verduras, las ensaladas y las frutas. De las proteínas y las grasas obtendrá las calorías que el cuerpo necesita para adaptarse a las bajas temperaturas y de las vitaminas y minerales los refuerzos con lo que construir una barrera fuerte frente a las infecciones.

Recupere el orden en sus horarios y comidas, beba mucha agua, evite las comidas pesadas y reduzca lo máximo posible el consumo de café, tabaco y alcohol. Y recuerde que en este periodo puede ser conveniente reforzar la alimentación con suplementos vitamínicos. Consulte con su médico o farmacéutico.