Piel sensible con rojeces

Si usted tiene la piel sensible, evite todas las situaciones que provocan vasodilatación facial, como los cambios bruscos de temperatura

Una piel sensible con rojeces es aquella que reacciona de forma anómala frente a estímulos habituales externos e internos como: alimentación inadecuada, estilo de vida urbano, sobreexposición solar, cambios bruscos de temperatura, consumo de bebidas calientes, alcohol y alimentos especiados y estimulantes, situaciones de estrés o emocionales y cambios hormonales.

Este tipo de piel reactiva alterna episodios de normalidad con otros de irritación con enrojecimiento, sequedad e incluso descamación y erupciones. En este contexto se enmarcan la cuperosis y la eritrosis, fenómenos que, sin llegar a ser considerados patologías, se caracterizan por problemas de microcirculación en los vasos sanguíneos de la piel facial.

Si durante la aparición de los primeros síntomas no se toman las medidas preventivas necesarias, éstos pueden evolucionar a rosácea. La rosácea sí es una patología caracterizada por un enrojecimiento crónico con presencia de telangiectasias en el rostro y afecta a un 10 por ciento de la población, principalmente mujeres.

Para favorecer esta prevención, la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) ha editado una nueva entrega de su serie Recomendaciones SEFAC a la población, con consejos e información práctica destinada a conocer y tratar la piel sensible con rojeces.

Recomendaciones

  • Si usted tiene la piel sensible, evite cambios bruscos de temperatura, baños de vapor y en general todas las situaciones que provocan vasodilatación facial, porque éstas constituyen un importante factor desencadenante de este problema de salud.
  • Para una correcta prevención es recomendable el uso diario de fotoprotectores que protejan frente a radiaciones UVA, UVB e IR, de factor de protección medio (SPF=20) o alto (SPF=50+) según sea necesario. De esta forma también retardará el fotoenvejecimiento celular. A su vez, esta medida debe combinarse con la limitación del tiempo de exposición al sol.
  • Trate de no exponerse a sustancias procedentes de la contaminación ambiental, como humo, tabaco, etc.
  • Modere la ingesta de comidas muy picantes y/o especiadas, alcohol, cafeína y alimentos como chocolate, nueces, almendras y quesos curados, ya que pueden provocar enrojecimiento facial. Así mismo, mantener una dieta rica en verduras y frutas ayuda a prevenir este tipo de situaciones.
  • Preste mucha atención al elegir los productos para el cuidado diario de su piel: debe evitar los productos cosméticos abrasivos, exfoliantes y aquellos que contengan alcohol, mentol, hierbabuena y/o aceite de eucalipto, para minimizar la irritación de la piel.
  • También debe evitar los productos cosméticos demasiado oleosos; utilice sólo productos que limpien por emulsión (leches limpiadoras, geles de baño, champús) y/o por absorción y adsorción (aguas micelares). Trate de aportar a su higiene elementos hidratantes y calmantes.

  • Lávese la cara con agua tibia, evitando las temperaturas extremas. No use cepillos, esponjas, evite frotarse y/o masajearse la piel, así como los peelings con sustancias químicas irritantes y las limpiezas faciales con vapor, ya que favorecen la irritación de la piel sensible.
  • Los problemas emocionales, de ansiedad y de estrés favorecen la aparición de rojeces en las pieles sensibles. Por tanto, prevenir y abordar correctamente estas situaciones le ayudará a minimizar sus efectos sobre su piel.
  • Evite el uso prolongado de cremas o pomadas con corticoides tópicos, corticoides sistémicos y fármacos vasodilatadores.
  • Si los síntomas persisten a pesar de adoptar las diferentes medidas preventivas, debe acudir al dermatólogo, que determinará cuál es el tratamiento más adecuado dependiendo de la extensión de las lesiones y de la evolución de la enfermedad.

Fuente: Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC).