El hierro, el nutriente ‘esencial’ que nos da vitalidad

Hierro necesitamos todos, pero unos más que otros: la carencia latente de hierro generalmente es más habitual en las mujeres en edad fértil.

Pare un segundo, piense en sí misma e intente descubrir si se siente reflejada en el siguiente relato: siempre está cansada y con el ánimo por los suelos y sin apenas apetito, puede que le cuesta concentrarse y que incluso su rendimiento físico e intelectual haya mermada. Quizás se sienta débil o sin energía, que los resfriados vayan y vengan con facilidad, que siempre este 'helada' y que sea muy sensible a los cambios climáticos. Puede que el espejo refleje una piel algo pálida, un cabello seco y sin brillo que se cae en abundancia y unas uñas que se rompen con facilidad.

Es posible que hayamos dado en el clavo y que padezca muchas de estas molestias y que incluso crea que son cosas cotidianas, pasajeras y que con unos días de descanso todo volverá a la normalidad. Como ya es primavera, también puede que le eche la culpa a la astenia primaveral y que no haya ni pensado en una posible 'falta de hierro', y todo aún cuando este déficit es uno de los cuadros carenciales más habituales en el mundo occidental.

¿Qué es el hierro?

El hierro es un nutriente 'esencial' en nuestro organismo, es decir, nuestro cuerpo no puede fabricarlo y necesita que los alimentos le aporten todo el hierro que necesita. Y aunque requiere de su presencia en muchos y muy importantes procesos vitales, la mayor parte del hierro va dirigida a la formación de la sangre, o mejor dicho de la hemoglobina, el pigmento rojo de los hematíes (glóbulos rojos) que son los encargados de transportar el oxígeno desde los pulmones a todas las células del cuerpo, lo que se conoce como respiración celular.

Tras 100 o 120 días de trabajo, los glóbulos rojos quedan exhaustos y el cuerpo necesita hierro para formar a sus sustitutos. Si no hay suficientes glóbulos rojos, el oxigeno llega a las células con mayor dificultad y la fatiga, el cansancio y la falta de ánimo hacen acto de presencia. En resumen: el hierro nutre nuestra sangre, permite que nuestras células se oxigenen y nos da vitalidad.

¿Qué es una carencia latente de hierro?

A menudo el déficit de hierro pasa desapercibido durante mucho tiempo. Es más, detectarlo no es tarea fácil, y menos aún si no se trata de una deficiencia muy acusada, sino de un estado latente, una situación que suele ser bastante habitual.

Lo primero que tiene que saber es que la carencia latente de hierro no es una enfermedad, sino una situación prolongada en el tiempo en la que los niveles de hierro no están profundamente bajos pero no alcanzan los niveles óptimos.

El porqué hay que buscarlo en una alimentación pobre en este mineral o en un problema de absorción en el que aunque el hierro está presente en la dieta no llega al torrente sanguíneo en la cantidad que debiera. No en vano, se trata de un mineral bastante pesado que en general se absorbe mal. Un consejo: el denominado 'hémico', el de origen animal, sobre todo carnes rojas, se absorbe mucho mejor que el hierro 'no hémico', el del reino vegetal, y en el que se incluyen además de legumbres, hortalizas de hojas verdes, frutos secos y salvado de trigo, la yema de huevo.

No obstante, a veces no es fácil obtener y absorber todo el hierro que el cuerpo necesita a través de la dieta y es preciso tomar diariamente un complemento alimenticio rico en hierro y vitaminas que ayude a recargar los depósitos de hierro y aumente nuestra vitalidad. Pregunte a su farmacéutico, él sabrá indicarle lo que mejor le conviene.

El hierro y las mujeres

Hierro necesitamos todos, pero unos más que otros. De hecho, la carencia latente de hierro generalmente es más habitual en las mujeres en edad fértil, por las continuas pérdidas de sangre menstruales y por la cada vez mayor escasez de carnes rojas en la dieta habitual, una moda más extendida entre el sexo femenino.

Durante el embarazo las necesidades de este nutriente se duplican y el organismo necesita prácticamente hierro para dos. Este mineral es esencial para el transporte de oxígeno entre madre e hijo y para el desarrollo del cerebro del feto. Además, también es necesario para abastecer las reservas que utilizará el bebé en las primeras semanas de vida.

Tras el parto y en el curso del puerperio (unas seis semanas después del parto), el cuerpo de la mujer pasa por un periodo en el que reclama hierro con mucha más intensidad. No en vano, ha perdido mucha sangre durante el parto y arranca la lactancia materna, con el desgaste que esto supone.

Teniendo en cuenta que incluso con la dieta adecuada apenas es posible cubrir las necesidades que la naturaleza precisa, se aconseja a las embarazadas tomar suplementos a partir de la decimotercera semana de gestación y hasta el final del puerperio.

Fuente: Salus