El frío puede ser una amenaza para los ojos

Los meses más fríos del año también pueden suponer una amenaza para la salud ocular. En invierno los ojos también están expuestos a luz del sol pero, además, sufren los efectos del aire, del frío y de un ambiente seco provocado por la calefacción. En esta época del año se produce por todos estos motivos una mayor incidencia de irritaciones oculares.

El problema más común es la sequedad, según explica el doctor Nabil Ragai, oftalmólogo en los hospitales  USP San Camilo y USP San José, que enumera una serie de consejos para prevenir y mitigar las consecuencias de la exposición de nuestros ojos al frío, a la calefacción, al aire y al sol del invierno.

Cuando estemos en un lugar cerrado, como el hogar o el trabajo, hay que tener un especial cuidado con la calefacción ya que produce una gran sequedad del ojo y provoca que éste se irrite con mayor facilidad. Para evitarlo es muy importante mantener una temperatura no demasiado alta y es recomendable el uso de lágrima artificial. "La aplicación de lágrima artificial forma una película protectora encima de la córnea, en la superficie del ojo, que permite mantenerlo siempre húmedo", detalla el especialista.

Si nos encontramos en el exterior, sobre todo con temperaturas muy bajas o con mucho viento, la sequedad del ojo es incluso mayor que con el calor y supone un problema, principalmente para las personas que sufren alguna deficiencia, ya sea en la cantidad o en la calidad de la lágrima. En estos casos, el doctor Nabil Ragai aconseja el uso de gafas protectoras.

Por su parte, a la hora de realizar deportes de montaña, debido a que la luz del sol se refleja en la superficie de la nieve, hay que ir protegidos con unas gafas polarizadas, ya que de lo contrario este tipo de luz puede producir queratitis superficial, una inflamación de la superficie de la córnea. Además se debe proteger el ojo antes y después del ejercicio con lágrima artificial.

El doctor Ragai insiste en que, aunque la mayoría de los casos de sequedad del ojo no son graves, sí pueden llegar a ser molestos y causar infecciones posteriores. Si es de grado leve, puede provocar molestia, incapacidad de control sobre la vista o necesidad de parpadear de forma constante; en grado medio la molestia aumenta y se produce una pesadez de los párpados, se puede tener visión borrosa y se comienza a padecer queratitis e inflamaciones de la superficie ocular, que suponen el grado más grave de la sequedad ocular. En caso de sufrir queratitis, su cura pasa por el uso de antinflamatorios en forma de colirios y lágrima artificial.