Cuando la piel de nuestros hijos no les protege

Hasta tres de cada 10 niños que nacen en nuestro país desarrollará dermatitis atópica

Hoy, 28 de noviembre, se celebra el Día de la Dermatitis Atópica, una enfermedad inflamatoria de la piel cuya prevalencia se ha triplicado en las tres últimas décadas en los países industrializados; de hecho afecta hasta al 30% de los menores y al 10% de los adultos. Es más: en la actualidad, en España, de cada 10 niños que nacen, entre dos y tres desarrollan esta enfermedad.

Sus síntomas más frecuentes son piel muy seca y sensible en la que aparecen lesiones caracterizadas por hinchazón, enrojecimiento y, sobre todo, picor intenso. Se presentan en brotes, combinando épocas de mejoría con épocas de crisis. La duración en los menores de cada brote ronda los 18 días y suelen tener de media cinco brotes al año.

Las consecuencias de estas crisis en el pequeño son evidentes: el sueño se altera y como no pueden descansar padecen irritación y ansiedad. El resultado es un alto impacto en la calidad de vida del niño, tanto en su autoestima, productividad en los estudios, actividades rutinarias y de ocio, etc...

De hecho, el impacto de la dermatitis atópica en la calidad de vida es similar al de otras enfermedades crónicas que se perciben generalmente como más debilitantes, como la enfermedad renal, el asma o la diabetes.

Además, con la dermatitis atópica, la carga familiar aumenta: el pequeño enfermo necesita mayor atención, la vida de la familia se tiene que adaptar a la nueva realidad y el importate gasto económico que conlleva tratar la enfermedad. Un día a día que se expone en el documental "Familias Atópicas", protagonizado por tres familias con menores atópicos.

Una barrera cutánea que no protege

En el 45% de los casos, la dermatitis atópica aparece antes de los seis meses de vida, en el 60%, antes del año de vida y en el 85%, antes de los cinco años. Sea como sea, se estima que en el 70% de los casos desaparece en la adolescencia.

Existe una predisposición genética a padecerla, ya que si uno de los padres sufre dermatitis atópica, el menor tiene alto riesgo acabar sufriéndola. También se sabe que uno de los factores desencadenantes de la enfermedad es la presencia de una alteración inmunológica en quien la padece. Ahora, además, entre las posibles causas de esta enfermedad se ha constatado la coexistencia de trastornos en la función de barrera de la piel: la piel es más seca, porque se pierde agua a través de la piel alterada, y además los irritantes y los alérgenos pueden traspasar la epidermis y provocar la inflamación.

Así, agentes infecciosos como el estafilococo, irritantes como el polvo o el sudor, o elementos químicos como el níquel o el cromo, son capaces de atravesar la barrera cutánea y sensibilizar las células del sistema inmunológico.

Barrera cutánea y defensa antimicrobiana

Tal y como asevera el Dr. Raúl de Lucas, jefe de Sección de Dermatología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz, "los pacientes con dermatitis atópica tienen más probabilidad de contraer infecciones en general, tanto bacterianas como víricas o de otro tipo. La alteración de la barrera cutánea también altera la inmunidad innata que es la que nos defiende especialmente del exterior, sobre todo mientras se desarrolla el sistema de inmunidad adquirida en los menores".

Los nuevos conocimientos sobre la genética y fisiopatología de la piel han permitido conocer también que la epidermis –la capa más externa de la piel- puede ser la puerta de entrada a otros alérgenos que propicien el desarrollo de otras enfermedades alérgicas, en lo que se conoce como la Marcha atópica o Marcha alérgica, un estado en el que van apareciendo una tras otra varias enfermedades alérgicas; la primera es la dermatitis atópica y tras ella se suceden otras enfermedades alérgicas, como el asma, la rinoconjuntivitis y la alergia a ciertos a alimentos. Los datos hablan por si solos: alrededor del 30% de los menores con dermatitis atópica desarrollará una o varias de estas enfermedades alérgicas.

"Posiblemente, si somos capaces de tratar a los pacientes con dermatitis atópica, de restaurar la barrera cutánea de alguna manera, de aumentar la resistencia de la epidermis, vamos a ser capaces de prevenir en última instancia la mayoría de las manifestaciones de la marcha atópica", concluye este experto.

Educación más tratamiento

El manejo adecuado de la enfermedad comienza por evitar los desencadenantes y por seguir una higiene e hidratación diaria de la piel mediante la aplicación una o varias veces al día de una crema emoliente (hidratante).

Para el tratamiento de los brotes se utilizan antiinflamatorios tópicos. En los casos graves, también se emplean la luz ultravioleta y los inmunosupresores por vía oral.

Además, existen tratamientos para controlar a largo plazo la enfermedad, reduciendo significativamente el número de brotes, retrasando su aparición y acortando la duración de los mismos.

"Los padres y también los pacientes tienen que ser conscientes de que hay que cuidarse cuando hay brotes, pero también entre brotes. Hay que cuidarse a diario", añade Mercedes G. Labrador, presidenta de la Asociación de Pacientes y Familiares con Dermatitis Atópica (ADEA), "y también seguir las recomendaciones del dermatólogo, confiar en ellos, para lograr tener una dermatitis controlada", explica. Además, muestra su preocupación ante el efecto que la crisis pueda tener. Y es que, los emolientes, no están cubiertos por la seguridad social, pero son necesarios y de uso diario.

Otro pilar fundamental en el tratamiento de la dermatitis atópica es la educación. Por ello se ha desarrollado la nueva aplicación informática (app) para teléfonos inteligentes y dispositivos móviles "Alex, ¡no te rasques!", dirigida especialmente a que los niños puedan entender su enfermedad de una manera sencilla, divertida e interactiva.