Cinco consejos para vivir mejor con EPOC

Se puede vivir bien con EPOC, pero para lo­grarlo cada cual tiene que tomar el control de su en­fermedad. Por lo que, si es una de las muchas personas que la padece, siga meticu­losamente las pautas que le marque su médico y pon­ga en marcha en su vida medidas que velen por su salud y su bienestar y que le permitan vivir más y con mejor calidad de vida. Y es que, aunque es cierto que la EPOC no se puede curar, con empeño se puede ma­nejar, controlar y frenar su progresión.

1. Evite el tabaco y ambientes conta­minados.

Lo más beneficio­so para usted es abandonar el tabaco absolutamente. No debe fumar nada, ni un solo cigarrillo; su salud se lo agra­decerá.

Procure que su hogar sea un lugar libre de taba­co y evite estar en lugares contaminados, como zonas donde se fume y centros de trabajo en los que pueda inhalar humos.

2. Cuide su alimen­tación.

En la EPOC, una alimentación equilibra­da y saludable es clave para gozar de una mejor calidad de vida y mantener su sa­lud. Lo más recomendable es realizar entre cuatro y seis comidas al día, ligeras y poco abundantes, escoja alimentos fáciles de mas­ticar y coma despacio. No es una simple teoría: el es­tómago está debajo de los pulmones, si se llena con una comida copiosa pue­de presionar contra el dia­fragma y hacer más difícil la respiración.

Mantenga las vías res­piratorias limpias o con un moco menos espeso, to­mando líquidos en abun­dancia. La mejor bebida es el agua y debe procurar be­ber 1,5 litros al día.

Hay que mantener a raya el estreñimiento, con una dieta rica en cereales integrales, frutas y verdu­ras; y hacer todo lo posible por mantenerse en el pe­so adecuado, pues tanto el sobrepeso como el adelga­zamiento excesivo o la des­nutrición perjudican la evo­lución de la enfermedad.

Cuando haga la com­pra recuerde que no debe­ría meter en el carro ni ali­mentos que requieran una masticación prolongada y fuerte, ni los que causan flatulencia y/o digestiones pesadas, como col, coliflor o cebolla. Y aunque le cues­te evitar la tentación, los hidratos de carbono (pan, patatas, pastas, arroz, etc.) y las bebidas gaseosas no los puede comer en exce­so. Con el tiempo se dará cuenta de que los alimen­tos muy fríos o muy calien­tes no le convienen y sabrá detectar los que le irriten la garganta, porque pueden provocar tos y/o ahogo.

3. Manténgase acti­vo.

Piérdale el mie­do al ejercicio físico. La ac­tividad física regular le va a ayudar a sentirse bien y respirar mejor. Aunque le cueste creerlo, el trabajo que hacen los pulmones 'cuando hacen deporte' mejorará su sensación de ahogo y reducirá su fatiga. Al ritmo que su cuerpo se fortalece, usted contará con la energía que necesita pa­ra plantarle cara a las acti­vidades de la vida diaria y conseguirá sentirse menos dependiente de su familia, su entorno y del personal sanitario. En resumen: la actividad física reduce la fa­tiga, suma energía y rompe con el perjudicial ciclo de inactividad: "cuanto menos se hace, menos se quiere o se puede hacer".

Al estar más activo, re­ducirá el aislamiento y el estrés que pueden ir de la mano de esta enfermedad, descansará mejor duran­te la noche y su bienestar emocional y mental tam­bién mejorará. El ejercicio regular ayuda al organismo a mantenerse sano y a lu­char contra las infecciones, y a reducir los momentos en los que los síntomas de la EPOC empeoran repenti­namente.

Hay muchos deportes que puede practicar, escoja el que mejor se adapte a su situación personal y sus sín­tomas y siempre de la ma­no del profesional sanitario, pues es el que mejor pue­de aconsejarle. Natación, bicicleta, baile, son todas buenas opciones; pero sin duda, una de las mejores es caminar: es sencillo, ba­rato y se puede practicar en cualquier época del año, tanto en exterior como en recintos cerrados. Sea co­mo sea, debe procurar ha­cer al menos 20 o 30 mi­nutos de ejercicio físico casi todos los días. Y recuerde: sentir un poco de falta de aire mientras hace ejerci­cio es normal y no le hará daño; pero eso sí, hay que mantenerla en un nivel mo­derado.

4. Tome su medica­ción correctamen­te y consulte si debe vacunarse.

Es importante que entienda y conozca su enfermedad y que com­prenda el tratamiento que le ha prescrito su médico. Informarse sobre su enfer­medad le ayudará a saber qué factores pueden influir positiva y negativamente en ella y así podrá cuidarse mejor.

Es muy recomendable que aprenda cómo y cuán­do debe administrar su medicación y conocer para qué sirve. Y debe acudir a la consulta en las revisiones periódicas para informar a su médico si ha habido al­gún cambio en sus sínto­mas, así como acudir entre revisiones, si se ha produci­do algún empeoramiento o le preocupa algún aspecto de su EPOC.

Las personas con EPOC son más propensas a con­traer infecciones respirato­rias. Además, la gripe pue­de empeorar la EPOC, por lo que todos los años, salvo contraindicación médica, debe vacunarse contra la gripe. No en vano, protege de la infección en un alto porcentaje de casos o, al menos, hace que la gripe que se padezca sea menos grave. Pero no se crea 'in­mune' por ello: vacunarse de la gripe no le librará de otros muchos virus que también pueden provocar que se acabe acatarrando. Por todo ello, evite estar en contacto con personas res­friadas o con gripe y habi­túese a lavarse las manos con frecuencia para evitar que los gérmenes se espar­zan a su antojo.

Además, la vacuna neu­mocócica está indicada en algunas personas con EPOC; su médico le dirá si usted es uno de ellas.

5. Reconozca los em­peoramientos y sepa cómo actuar.

Es muy importante que se­pa reconocer los signos de alarma que delatan aque­llos momentos en los que los síntomas de la EPOC empeoran repentinamente; con la información adecua­da puede ahorrarse la ex­periencia de pasar por un ataque grave e incluso una hospitalización. Estos signos de alarma son: mayor difi­cultad para respirar, tanto en actividad como en repo­so; sibilancias o sonido sil­bante en el pecho; cambios en el color y la cantidad de moco; más moco o más dificultad para expulsarlo de los pulmones; tos más grave o más frecuente; sín­tomas de resfriado o de gri­pe, como secreción nasal, dolor de garganta o fiebre; hinchazón de los tobillos o de las piernas y dolor, sobre todo costal.

Sea como sea, si nota que su enfermedad empeo­ra no se alarme y haga lo siguiente:

• Si su médico le ha dado unas recomendaciones para estos casos, sígalas.

• Evite cambios bruscos de temperatura y ambientes contaminados.

• Reduzca la actividad física que realiza.

• Beba más líquidos (agua e infusiones), salvo que tenga hinchazón en las piernas.

• Haga comidas ligeras, po­co abundantes y frecuentes (4-6 al día).

• Póngase el termómetro y compruebe su temperatura.

Pero si pasa el tiempo y sus síntomas no mejoran o tiene fiebre mayor de 38ºC, aumenta o aparece repenti­namente la hinchazón de los tobillos o de las piernas, le duele el pecho y/o la cabeza, está irritable y/o desorien­tado y/o tiene más sueño de lo habitual, ha llegado el momento de acudir a un centro sanitario. Cuando lo haga no olvide llevar los in­formes médicos que tenga y la medicación que toma.

Sin duda, la causa habi­tual de un empeoramiento de la EPOC es una infección respiratoria (virus y/o bac­terias), pero no es la única. Un cambio brusco de tem­peratura, altos niveles de contaminación del aire y un abandono del tratamiento también pueden empeorar una EPOC.

Fuentes: El Periódico de la Farmacia; Guía de Práctica Clínica para el Tratamiento de Pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica. Anexo 1: Información para pacientes y Guía de información para pacientes: Conozca cómo vivir mejor con la EPOC. Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.

Con la colaboración de GSK