Claves de la tuberculosis en el siglo XXI

A finales del siglo XIX, la tuberculosis era una auténtica epidemia en toda Europa. Gracias al descubrimiento de los antibióticos y a la mejora de las condiciones higiénicas, hoy en día es una enfermedad infrecuente, aunque no excepcional, en nuestro entorno. Pero en el resto del mundo sigue estando en pleno auge, especialmente en África y Asia.

Con todo, la realidad es que en los últimos años el número de personas afectadas es probablemente mayor que en ningún otro momento de la historia y que, debido a su asociación con el sida, es un problema de enorme importancia en la salud mundial.

1. Pero, ¿qué es la tuberculosis?

Es una enfermedad infecciosa y transmisible, que afecta esencialmente al aparato respiratorio, donde destruye los tejidos pulmonares. La principal protagonista de su aparición es una bacteria, Mycobacterium tuberculosis, aunque también puede estar causada por otras semejantes, Mycobacterium bovis y Mycobacterium africanum, con las que forma el llamado Complejo Mycobacterium tuberculosis.

2. ¿Cómo se transmite?

Fundamentalmente por vía aérea. La bacteria responsable sale del organismo con las secreciones respiratorias eliminadas por la persona enferma y llega a la vía respiratoria de la persona sana a través del aire.

3. ¿Quién presenta mayor riesgo de padecer la enfermedad?

Tienen más riesgo de desarrollar tuberculosis activa (o de reactivarla en el futuro) los niños, las personas de tercera edad, los enfermos crónicos y los inmunodeprimidos por cualquier causa, especialmente los infectados por el VIH.

4. Si me contagio, ¿padeceré la enfermedad?

No necesariamente. Solo un 10-15 % de las personas contagiadas, es decir que padecen infección tuberculosa latente, desarrollará la enfermedad a lo largo de su vida. El riesgo mayor reside en los dos primeros años tras la infección; de hecho este es el escenario donde se desarrollan, aproximadamente, la mitad de todos los casos.

5. Tengo una infección tuberculosa latente, ¿soy contagioso?

No. Una persona con infección tuberculosa latente no presenta ningún síntoma ni ninguna evidencia que haga sospechar de la presencia de la enfermedad.

Tampoco es capaz de servir como vehículo de la misma, y, por tanto, no puede transmitirla.

Solo se puede diagnosticar mediante la clásica prueba tuberculínica o los más recientes IGRAs, ensayos que miden la producción de 'interferón gamma' tras la exposición in vitro a antígenos específicos.

6 . ¿Cómo es el tratamiento de la tuberculosis?

Se hace con varios fármacos, habitualmente 3-4 durante un periodo no inferior a seis meses; y, aunque es seguro en la gran mayoría de los casos, algunas personas pueden padecer efectos adversos.

Es muy importante mantener el tratamiento correctamente hasta el final, ya que, de otra forma, existe un mayor riesgo de que la enfermedad vuelva a aparecer un tiempo después o, incluso, de desarrollar resistencias a los fármacos que la plantan cara.

7. ¿Existe alguna vacuna que permita prevenir la enfermedad?

En el momento actual, la vacuna existente es la BCG, formada por una cepa atenuada de M. bovis. Con ella, se previene de forma eficaz la tuberculosis diseminada y meníngea en niños, pero su eficacia sobre otras formas es mucho menor. Además, existen varias vacunas potenciales en desarrollo que buscan mejorar la protección frente a todas las formas de tuberculosis.

8. ¿Cuál es el peligro de las cepas resistentes?

Hoy en día existe una considerable preocupación por la existencia de cepas de tuberculosis multirresistente, e incluso extremadamente resistentes.

El problema de la resistencia es que obliga a recurrir a fármacos de segunda línea, menos eficaces, más tóxicos, que requieren una mayor duración del tratamiento y son más caros.

9. ¿Cuál es la situación en España?

La tuberculosis continúa siendo una enfermedad prevalente en España, aunque su incidencia ha ido disminuyendo a lo largo de los últimos años. Sin embargo dista de estar erradicada, por lo que debe mantenerse un alto índice de sospecha en todas las personas que, por historia personal y/o factores ambientales o sociales, se hallen en una situación de riesgo elevado.

Fuente: Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica