Cualquier programa de ejercicio físico debe tener “efecto de entrenamiento”

Nada más nacer, los especialistas aconsejan someter al bebé a ejercicios de estimulación como parte de su desarrollo psicomotor y -agregan- el ejercicio físico debería ser una constante a lo largo de toda la vida del ser humano. Durante el Encuentro Nacional sobre Medicina y Deporte celebrado en Benalmádena, bajo la organización del Hospital Xanit Internacional, los expertos allí reunidos fueron unánimes en recalcar que, como paso previo al inicio de una práctica deportiva, y siempre teniendo en cuenta la edad, conviene someterse a una revisión médica general para descartar la presencia de alguna patología que contraindique un determinado ejercicio. El siguiente paso es acudir a un entrenador que evalúe el nivel de entrenamiento y la capacidad para realizar dicha actividad.

En palabras del Dr. Sergio Mejía, director médico de Xanit, la razón estriba en que la prescripción del ejercicio presupone el conocimiento de las demandas energéticas que implican las diferentes actividades físicas. El requisito fundamental en cualquier programa de ejercicio físico es que tenga “efecto de entrenamiento”, es decir, que reúna la suficiente intensidad, duración y frecuencia como para producir una mejora en la capacidad funcional del individuo. En este sentido, no se deben dejar de lado dos aspectos fundamentales que van unidos a la práctica deportiva, como son la hidratación y la nutrición.

La reposición de líquidos, con un adecuado componente de minerales, debe ser una preocupación constante durante la actividad física para mantener el equilibrio hidroelectrolítico que permite controlar la temperatura corporal, mejorar la adecuada oxigenación de los tejidos y, en definitiva, mejorar el rendimiento evitando complicaciones, como la sudoración excesiva, los mareos, calambres, desvanecimientos o la hipotensión.

El deporte como tratamiento
Hay circunstancias en los que el ejercicio se prescribe como parte del tratamiento de una dolencia. Es el caso de los problemas de espalda y de columna en que se recomienda la natación; a los pacientes con hipertensión arterial se les indica caminar, al menos 45 minutos al día; tras un ligamento cruzado de rodilla se sugiere hacer ciclismo para reforzar la musculatura del muslo, etc. “El primer prescriptor de ejercicio debe ser el especialista que ha diagnosticado y que trata la enfermedad en cuestión”, refiere el doctor Mejía. “En casos de patología osteomuscular es fundamental el papel del fisioterapeuta, el cual se convierte prácticamente en el ‘entrenador personal’ del paciente con enfermedades del sistema musculoesquelético”.

Los cardiólogos son los prescriptores de ejercicio aeróbico por excelencia. La hipertensión, la diabetes, la obesidad o el colesterol elevado son trastornos que mejoran claramente con la práctica regular de ejercicio aeróbico (marcha, ciclismo o natación).

Mención aparte merecen las lesiones propias de la práctica de un determinado deporte. Entre las más frecuentes se encuentran los esguinces de tobillo, que se pueden producir por rotaciones bruscas o malos apoyos, la fractura del metatarsiano por sobrecarga o el síndrome compartimental por ejercicio. En esta línea, entre otras lesiones ligadas a un deporte concreto tenemos la epicondilitis (codo del tenista o codo del golfista), la tendinitis poplítea y de Aquiles, el desgarro de los isquiotibiales, o el síndrome piriforme. “Estas lesiones se pueden evitar con un conocimiento adecuado de la técnica de cada deporte, un asesoramiento profesional de las posturas y, sobre todo, practicando ejercicios de estiramiento antes y después de cada actividad”, concluye el doctor Mejía.